8 DE MARZO. DIA DE LA MUJER TRABAJADORA
Otro año más nos encontramos ante esta fecha, el día internacional de la mujer trabajadora. Nos entristece darnos cuenta como este día ha sido manipulado para el beneficio de algunos, y no precisamente de las mujeres. Desde el año 1975 se ha llevado un proceso de despolitización de este día, establecido por la ONU como el “Día Internacional de la Mujer”, sin hacer referencia a su carácter de clase. Nosotras no olvidamos el carácter originario de este día, un carácter de clase, ya que de otra forma olvidaríamos la esencia real de esta fecha.
Este 8 de Marzo nos gustaría visibilizar la doble explotación sufrida por las mujeres. El capitalismo se alimenta de la desigualdad de géneros. Un sistema de producción y explotación masivo necesita conseguir mayores ganancias con el menor coste posible. Ahí es donde se encuentra nuestro papel como mujeres. Nuestra capacidad de reproducción es utilizada en nuestra contra. Se nos vende la idea de la existencia de una igualdad real, en la que la mujer está incorporada al trabajo productivo, de esta manera, la mujer forma parte activa del sistema, siendo liberada de su única función tradicional de ama de casa, permitiéndola cierta independencia y autonomía económica. Pero la verdad, es que las mujeres trabajamos más por menos, en peores condiciones y seguimos manteniendo nuestro rol de género tradicional como cuidadoras. La llamada doble jornada laboral, supone la incorporación de la mujer en el ámbito productivo sin ser liberada del ámbito reproductivo. Una doble explotación que conlleva grandes consecuencias a nivel físico y psicológico de las mujeres.
Nuestra función como mujeres es clara, ser madres. Hoy en día seguimos siendo las herramientas de reproducción del capitalismo, utilizadas como sujetos reproductores y como cuidadoras máximas de este. Nuestro papel, ya nos lo dicen desde niñas, es ser las madres cuidadoras de la sociedad. Nos encargamos de asistir a las personas dependientes, de cuidar a niños, niñas, ancianos, de hacernos cargo de los hogares, etc. Es decir, encargadas de un trabajo básico e imprescindible para sustentar al sistema capitalista. Doble jornada laboral, doble explotación. La alianza fundamental para poder llevar a cabo esta opresión es la establecida entre el capitalismo y el sistema heteropatriarcal.
Trabajamos de forma gratuita, destinando nuestra fuerza y tiempo sin ser reconocido. Incluso es afirmado que estas tareas nos vienen por naturaleza. Esa naturalidad nos esclaviza en las funciones reproductoras, y da lugar, por tanto, a que no se considere trabajo a nivel social. El sistema patriarcal capitalista se encarga de invisibilizar el trabajo doméstico, y engañarnos con la idea de una falsa incorporación de la mujer al mundo laboral, y por lo tanto a una falsa autonomía e independencia.
Somos una pieza clave para el sostenimiento del sistema capitalista. Somos mano de obra barata en el trabajo productivo, y mano de obra gratuita en el reproductivo. ¿EN QUÉ PUNTO NOS BENEFICIA A NOSOTRAS? Manteniendo y permitiendo estas violencias, se mantiene al sistema.
Es hora de empoderarnos. Es hora de hacernos conscientes. Somos las sustentadoras de un sistema que nos oprime y nos maltrata. Estamos sujetas a una violencia sistemática que nos impide desarrollarnos plenamente como personas libres.
¡POR UN FEMINISMO REVOLUCIONARIO Y DE CLASE!
¡SIN FEMINISMO NO HABRÁ REVOLUCIÓN!
Este 8 de Marzo nos gustaría visibilizar la doble explotación sufrida por las mujeres. El capitalismo se alimenta de la desigualdad de géneros. Un sistema de producción y explotación masivo necesita conseguir mayores ganancias con el menor coste posible. Ahí es donde se encuentra nuestro papel como mujeres. Nuestra capacidad de reproducción es utilizada en nuestra contra. Se nos vende la idea de la existencia de una igualdad real, en la que la mujer está incorporada al trabajo productivo, de esta manera, la mujer forma parte activa del sistema, siendo liberada de su única función tradicional de ama de casa, permitiéndola cierta independencia y autonomía económica. Pero la verdad, es que las mujeres trabajamos más por menos, en peores condiciones y seguimos manteniendo nuestro rol de género tradicional como cuidadoras. La llamada doble jornada laboral, supone la incorporación de la mujer en el ámbito productivo sin ser liberada del ámbito reproductivo. Una doble explotación que conlleva grandes consecuencias a nivel físico y psicológico de las mujeres.
Nuestra función como mujeres es clara, ser madres. Hoy en día seguimos siendo las herramientas de reproducción del capitalismo, utilizadas como sujetos reproductores y como cuidadoras máximas de este. Nuestro papel, ya nos lo dicen desde niñas, es ser las madres cuidadoras de la sociedad. Nos encargamos de asistir a las personas dependientes, de cuidar a niños, niñas, ancianos, de hacernos cargo de los hogares, etc. Es decir, encargadas de un trabajo básico e imprescindible para sustentar al sistema capitalista. Doble jornada laboral, doble explotación. La alianza fundamental para poder llevar a cabo esta opresión es la establecida entre el capitalismo y el sistema heteropatriarcal.
Trabajamos de forma gratuita, destinando nuestra fuerza y tiempo sin ser reconocido. Incluso es afirmado que estas tareas nos vienen por naturaleza. Esa naturalidad nos esclaviza en las funciones reproductoras, y da lugar, por tanto, a que no se considere trabajo a nivel social. El sistema patriarcal capitalista se encarga de invisibilizar el trabajo doméstico, y engañarnos con la idea de una falsa incorporación de la mujer al mundo laboral, y por lo tanto a una falsa autonomía e independencia.
Somos una pieza clave para el sostenimiento del sistema capitalista. Somos mano de obra barata en el trabajo productivo, y mano de obra gratuita en el reproductivo. ¿EN QUÉ PUNTO NOS BENEFICIA A NOSOTRAS? Manteniendo y permitiendo estas violencias, se mantiene al sistema.
Es hora de empoderarnos. Es hora de hacernos conscientes. Somos las sustentadoras de un sistema que nos oprime y nos maltrata. Estamos sujetas a una violencia sistemática que nos impide desarrollarnos plenamente como personas libres.
¡POR UN FEMINISMO REVOLUCIONARIO Y DE CLASE!
¡SIN FEMINISMO NO HABRÁ REVOLUCIÓN!
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