ARTÍCULOS DE INTERÉS

La cultura de la violación. Guía para el caballero.

Del original A Gentleman’s Guide to Rape Culture de Zaron Burnett III.
Si eres un hombre, FORMAS parte de la cultura de la violación. Y sí, ya sé que suena duro; no eres necesariamente un violador, pero perpetúas comportamientos a los que comúnmente nos referimos como cultura de la violación.
Seguramente estarás pensando «Para quieto AHORA mismo, Zaron, ¡ni siquiera me conoces, colega! Como se te ocurra insinuar que me molan las violaciones… No, yo no soy de esos, tío».
Sé CÓMO te sientes, tuve la misma respuesta cuando me dijeron a mí que formaba parte de la cultura de la violación. Suena fatal, pero imagínate andar por el mundo sin dejar de tener miedo a que te violen. Y todavía peor, la cultura de la violación es una mierda para todas las que estamos involucradas en ella. Pero no nos te obsesiones con la terminología, no te quedes pasmado en las palabras que te ofenden y dejes de lado lo que en realidad quieren decirte. La expresión «cultura de la violación» no es el problema; sí lo es la realidad que describe.
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Los hombres somos los principales responsables y los máximos apoyos de la cultura de la violación.
No somos los hombres los únicos que violamos, COMO no son las mujeres las únicas víctimas. Hay hombres que violan a otros hombres y mujeres que violan a hombres, PERO lo que nos convierte a los hombres en sus máximos responsables es que somos los que cometemos el 99% de las violaciones denunciadas.
¿Y cómo FORMAS parte de la cultura de la violación? Bueno, mira que no me gusta nada decirlo, pero lo haces simplemente por ser un hombre.
Cuando me cruzo con una mujer en un aparcamiento por la noche y ella anda por delante de mí, hago todo lo que creo posible para que a) no la haga sobresaltarse b) tenga tiempo de sentirse segura o cómoda y c) en la medida de lo posible, PUEDAacercarme de manera amistosa para hacerla saber que no soy una amenaza. Y lo hago porque soy un hombre.
Basicamente, me hago cargo de que esa mujer que me encuentro por la calle, en el ascensor, en las escaleras o donde sea se sienta segura; intento que se sienta tan segura como si yo no estuviera allí. Tengo presente que toda mujer que coincide conmigo en un espacio público y no me conozca, me lee como hombre, un hombre que, en concreto, se encuentra repentinamente a su lado. Tengo que tener en CUENTA su sentido de espacio y que mi presencia pueda hacerlea sentirse vulnerable. Y hemos aquí el factor clave, la vulnerabilidad.
No sé vosotros, pero yo no me paso la vida sintiéndome vulnerable. He tenido que aprender que las mujeres pasan la mayor parte de su vida social con constantes e inevitables sentimientos de vulnerabilidad. Paraos a pensarlo un momento. Imaginaos sentir una  constante sensación de peligro, COMO que tuvierais  la piel de cristal.
Como tipos modernos, lo que hacemos es buscar el peligro; elegimos vivir aventuras y practicamos deportes de riesgo para sentir como que estamos en peligro. En definitiva, bromeamos sobre nuestra vulnerabilidad. Así de diferente vemos el mundo los hombres (ojo, esto lo digo teniendo perfectamente en CUENTA que existe una comunidad dinámica de deportistas femeninas de riesgo, que también ponen en peligro sus vidas a menudo. Sin embargo, ellas no tienen que ponerse en situaciones de adrenalina para sentirse en peligro).
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Soy prácticamente abstemio y, podría decir, sólidamente, que llevo buenas pintas, lo que quiere decir que, andando SOLO por la noche, muy raramente temo por mi seguridad. Algunos sabréis lo que quiero decir con esto. Muchas mujeres no saben lo que es moverse libremente por el mundo a cualquier hora del día o la noche y sentir que no va a haber ningún problema; de hecho, lo que sienten estas mujeres es lo contrario.
Una mujer siempre TIENE que pensar adónde va, a qué hora irá, a qué hora llegará, a qué hora volverá, qué día de la semana es, si se quedará sola en algún momento… y así sigue la cosa, porque hay más de las que creemos. Yo, honestamente, no tengo que pensar mucho sobre lo que tengo que hacer para estar a resguardo en cualquier momento de mi vida. Me deleito con la libertad de la que dispongo para levantarme e ir de aquí para allá de día, de noche, llueva o haga sol, a cualquier parte de la ciudad. Para entender la cultura de la violación, recordad que la mitad de la población no disfruta de esta libertad.
Estos son los motivos por los que intento usar una expresión corporal transparente y por los que trato de actuar de tal manera que los miedos y demás sensaciones que las mujeres puedan sentir al respecto se reduzcan. Os recomiendo encarecidamente que hagáis lo mismo. Os lo digo en serio, es lo mínimo que cualquier hombre podemos hacer en espacios públicos para que las mujeres se sientan más cómodas en este mundo que compartimos. Basta con que las tengáis en cuenta tanto a ella como a su espacio PERSONAL.
Pensaréis que es injusto que paguemos justos por pecadores, que tengamos que cambiar nuestros hábitos por el comportamiento de otros tipos, pero, ¿sabéis qué? Tenéis razón, es injusto, ¿pero es culpa de las mujeres? ¿O es más bien culpa de aquellos tipos que actúan de manera infame y nos hacen quedar mal a los demás? Si te preocupa la justicia, DESCARGA tu rabia sobre los tipos que hacen que tanto tú como tu forma de actuar sea cuestionable.
En el momento en que un hombre es sometido a evaluación; es decir cuando se trata de determinar de lo que es capaz de hacer, una mujer presupondrá lo que  eres bien capaz de hacer. Desafortunadamente, esto implica que a los hombres se nos juzgará a partir de nuestro peor ejemplo. Ah, y si piensas que este uso de estereotipos es un asco, ¿cómo reaccionarías tú al encontrarte a una serpiente en el campo, eh?
¿No la tratarías como a una serpiente? Esto no es estereotipar, es juzgar a un animal por lo que es capaz de hacer y por el daño que es capaz de infligir. La ley de la jungla, tronco; eres un hombres , y las mujeres te tratarán como tal.
Es tu responsabilidad tuya ese miedo, razonable y comprensible, que se tiene de los hombres. Es verdad que no lo creaste, como tampoco creaste tú las autovías. Algunas cosas que heredamos de la sociedad molan, otras son cultura de la violación.
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Como ninguna mujer puede juzgar de manera acertada tus intenciones a primera vista, presupondrá que eres como los demás tipos. En el 73 por ciento de las violaciones, las víctimas conocían a su agresor, así que, si ni siquiera pueden fiarse ni juzgar acertadamente las intenciones de hombres a los que ya conocen, ¿cómo esperas que vayan a hacerlo contigo, un completo desconocido? La prevención de las violaciones no pasa porque las mujeres se eduquen en cómo evitarlas, sino en que los hombres no las cometan.
Para prevenir las violaciones, un hombre debe entender que un «no» nunca es un «sí», que cuando una mujer se encuentra bajo los efectos del alcohol o de alguna droga y se ve incapaz de articular palabra no es un «sí», que estar en una relación no implica un «sí» automático. Dejemos de concentrarnos en cómo las mujeres PUEDEN evitar ser violadas o cómo la cultura de la violación hace sospechosos a hombres inocentes, ciñámonos a lo que, COMO hombres, podemos hacer para evitar que se cometan violaciones, desmantelar las estructuras que las permiten y modificar las actitudes que las toleran.
Ya que formas parte de ella, TIENES el deber de saber lo que es la cultura de la violación.
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Extraído de la página de Marshall University’s Women’s Center:
La cultura de la violación es el entorno en el cual la violación ostenta una posición preponderante y en la cual la violencia sexual infligida contra la mujer se naturaliza y encuentra justificación tanto en los medios de comunicación como en la cultura popular. La cultura de la violación se perpetúa mediante el uso de lenguaje misógino, la despersonalización del cuerpo de la mujer y el embellecimiento de la violencia sexual, dando lugar a una sociedad despreocupada por los derechos y la seguridad de la mujer.
La primera vez que una mujer me dijo que FORMABA parte de la cultura de la violación, me posicioné en contra por motivos evidentes. Como muchos de vosotros, quise decir «Eh, a mí no me metas», pero, en vez de eso, la escuché. Más tarde, fui a ver a una escritora a la que admiro y la pedí que escribiera un artículo conmigo en el cual explicara la cultura de la violación específicamente para mí y para lectores hombres. Dejó de contestarme a los correos.
En primer lugar, me molesté. Más tarde, cuando quedó claro que de ninguna manera iba a obtener respuesta, terminé por cabrearme. Por suerte, sé evitar responder en caliente, los truenos impresionan pero es la lluvia la que en realidad nutre la vida, así que dejé que amainara la tormenta y me paré un MOMENTO a pensar. Di un paseo, uno de esos que hacen que se me encienda la bombilla.
A manzanas de mi casa, enfrente de un lavadero de coches, se me ocurrió. Si tanto me importaba la cultura de la violación, necesitaba salir a DESCUBRIRLA yo mismo. Ninguna mujer me está en deuda conmigo por el hecho de que quiera saber algo que ella ya inherentemente comprende. Ninguna mujer debe verse en la obligación de explicarme la cultura de la violación solo porque quiera saber lo que es. Ninguna mujer me debe una mierda. He vivido cómo me recorría profundamente el deseo de que una mujer me satisficiera. Incluso mi curiosidad, una de las cualidades de las que me enorgullecía, estaba contaminada de esa presunción androcéntrica omnipresente en la cultura de la violación. Lo que esperaba era que me satisficieran, y esa actitud es un problema. Así que empecé a leer y seguí HASTA que entendí la cultura de la violación y mi lugar en ella.
Adjunto aquí una enumeración de ejemplos de cultura de la violación.
  • Echar la culpa a la víctima («lo iba buscando»).
  • Dulcificar las agresiones sexuales («Estos hombres…»).
  • Hacer chistes sexualmente explícitos.
  • Tolerar el acoso sexual.
  • Inflar las cifras de denuncias de violación falsas.
  • Hacer un estudio público sobre los hábitos de vestimenta, salud psíquica, motivaciones e historial de la víctima.
  • Violencia de género gratuita en películas y televisión.
  • Definir la «masculinidad» como dominante y sexualmente agresiva.
  • Definir la «feminidad» como sumisa y sexualmente pasiva.
  • Presionar a los hombres para que «consigan sus metas».
  • Presionar a las mujeres para que «estén alegres».
  • Presuponer que solo violan a mujeres promiscuas.
  • Presuponer que no hay hombres violados y que los que hay son «débiles».
  • No tomarse en serio las acusaciones de violación.
  • Enseñar a las mujeres cómo no ser violadas en vez de enseñar a los hombres a no violar.
Ahora que ya sabes lo que es, ¿cómo puedes actuar dentro de esta cultura?
  • Evita el uso de lenguaje que despersonalice o degrade a las mujeres.
  • Alza tu voz si oyes a alguien contar un chiste ofensivo o que dulcifica la violación.
  • Si una amiga te dice que la han violado, tómala en serio y apóyala.
  • Mantén un pensamiento crítico con los mensajes que te llegan de los medios de comunicación sobre mujeres, hombres, relaciones y violencia.
  • Respeta el espacio ajeno incluso en situaciones distendidas.
  • Mantén comunicación constante con tus parejas sexuales, no presupongas el consentimiento.
  • Define tu propio concepto de masculinidad o femineidad. No dejes que los estereotipos guíen tus actos.
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  1. Enfrentarte a otros hombres
No hablo de violencia, más bien eso es lo que tenemos que intentar evitar. Sin embargo, en ocasiones un hombre tiene que enfrentarse a otro hombre, por separado o en grupo, en determinadas situaciones. Cuando estoy en un espacio público y veo a otro hombre acosar a una mujer, me paro y me aseguro de que la mujer en cuestión me ve. Busco que se dé CUENTA de que soy perfectamente consciente de la situación y espero que me de una señal explícita de ayuda. A veces, la pareja continúa peleando como que fuera invisible, pero en otras ocasiones, la mujer me hace ver que necesita apoyo e intervengo. Nunca he tenido que ponerme violento; en ocasiones mi sola presencia hace que el tipo se vaya si es desconocido o se explique si ya nos conocemos de antes y la dinámica cambia. Por esto me detengo cuando veo que otro tipo molesta a una mujer en público. Por alguna razón, me aseguro de que cualquier mujer, en lo que podría convertirse en una situación violenta, una situación que pueda estar juzgando como tal correctamente o no, encuentre la oportunidad para hacerme notar que necesita ayuda. Tengo una hermana pequeña, esa respuesta es prácticamente instintiva.
Sin embargo, no solo hago esto con las mujeres. También he actuado así en una discusión afectiva entre dos hombres. Siempre que contemples una situación que parece salirse de CONTROL, y especialmente si están atacando a alguien o ese alguien pide ayuda, debes inmiscuirte. No significa entrar como un elefante en una cacharrería, sino hacerte partícipe, involucrarte, tomar nota de información pertinente, alertar a las autoridades, llamar a la policía, etc. Hacer algo, vaya.
  1. Corregir a otros hombres
Si otro tipo empieza a farfullar atropelladamente cosas ofensivas delante de ti, puedes actuar incluso si no hay nadie de la comunidad cerca sobre la que recae la ofensa. También vale para cuando alguien usa lenguaje misógino: levanta la voz, dile a tu amigo o a tu compañero de TRABAJO que los chistes de violaciones son basura y que no los vas a aguantar.
Hazme caso, no vas a perder tu «carnet de hombre». Si eres mayor de diecinueve y todavía te preocupa el carnet de hombre, tampoco es que tengas ni idea de lo que va la masculinidad respetable, de todas maneras. No tiene nada que ver con la aprobación intelectualoide ajena, tiene que ver con que seas «tu propio modelo de hombre» y hagas las cosas bien. Te sorprenderá la cantidad de hombres que te guardarán respeto por hacer aquello que ellos no se atrevieron a hacer, lo he escuchado miles de veces. No soy la Liga de la Justicia, pero he discutido, discuto y seguiré discutiendo con manadas y manadas de TIPOS. Más tarde, algunos de esos tipos se me acercarán y me dirán el respeto que les infunde lo que hice. Siempre les respondo que, cuantas más veces repitas, cada vez es más fácil levantar la voz. Lo prometo, es cierto.
No quiero decir con esto que hay que haya que ir haciendo marcaje a todo el mundo. No intento hacer que todo el mundo viva según mi criterio, nadie necesita que le digas lo que piensas sobre cada cosa que dicen y si es acorde a tu criterio de conciencia social. Sin embargo, cuando otro tipo dice alguna gilipollez y sabes que lo es ―esos chistes están a la orden del día―puedes hacerle notar que ni su chiste de violaciones ni su siempre sabia analogía del «todas putas» pasan la prueba.
  1. Hacer reflexionar a otros hombres
Pongámoslo así: estás en un grupo de hombres y uno de ellos empieza a chillarle a una chica. Muy sencillo, dile que deje de hacer el gilipollas. No te conviertes en un macarra si alzas la voz por la mujer, siempre y cuando no trates de conseguir puntos ante ella por defenderla, claro; si evitas eso, no estarás actuando como el caballero de brillante armadura. No, estarás haciendo lo correcto. Ninguna mujer necesita  que la chille un payaso sexista solo porque el pobre tipo no dé para más. El piropeo es una de las peores exhibiciones de la sexualidad masculina que existen, y esos imbéciles nos hacen quedar como simples espantapájaros. ¿Lo pilláis, no? Hay que ponerle fin a estas soplapolladas.
Mediante construcción PERSONAL fue como conseguí levantar la voz ante un grupo de hombres. TIENES que hacerlo, más que nada por respeto a ti mismo. De otra manera, no eres más que otro tipo patético que permite que otro hombre maltrate a una mujer delante de ti. Cuando un menda piropea y no lo haces notar, lo que acaba de pasar es que él la ha tratado como un objeto sexual barato para su propia satisfacción y a la vez te ha convertido en ese macarra que está deseando que ocurra otra situación de maltrato en tu presencia para que la ratifiques mientras no dices una palabra.
¿Qué pensaría tu abuelo si te viera en esa situación? ¿Estaría orgulloso? ¿Estás orgulloso de ti mismo? El orgullo masculino solo vale para una cosa: para mejorar personalmente. No seas ese macarra silencioso que se mimetiza con la masa para llevarse bien con la masa. Levanta la voz cuando alguien piropee a una mujer enfrente de ti, dile que se calle la puta boca. Como hombre, tienes poder, úsalo, los hombres respetamos la convicción.
  1. Es nuestro TRABAJO establecer normas para nosotros mismos y, de ESTAmanera, para los hombres en general.
Pensarás «Zaron, tío, espabila, tronco. El piropeo no es para tanto, ¿no estamos haciendo una montaña de ello? A algunas mujeres les gusta.» Igual tienes razón, igual a algunas les gusta, pero eso no importa, a mí me gusta conducir a toda hostia, a mi sobrino le gusta fumar hierba por la calle, pero ninguno de los dos estamos habilitados para hacerlo. Así funciona el pertenecer a esta sociedad: si encuentras a una mujer que le guste que la piropeen, ve y hazlo, pero de puertas para adentro, no en público; ahí, respeta el espacio físico y psíquico de las demás.
No te limites a ser un hombre, sé un ser humano, una persona con integridad y honor.
Cuando eventos COMO #YesAllWomen surgen en nuestros debates culturales y las mujeres de todo el mundo comienzan a compartir sus experiencias, sus traumas, sus historias y sus puntos de vista PERSONALES, como hombres, no debemos inmiscuirnos en ese debate. Ahí, lo que tenemos que hacer es escuchar y reflexionar, que sus palabras cambien nuestra forma de ver el mundo. Nuestro trabajo ahí está en preguntarnos cómo podemos hacer mejor las cosas.
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Piropeame, sólo así me siento linda: micromachismos impuestos en el imaginario femenino
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A propósito de ESTA campaña surgieron innumerables críticas que, hay que reconocer, fortalecen al debate colectivo en una época signada por la tergiversación de que la violencia contra las mujeres es sólo física o, COMO mucho, verbalísticamente grosera. Al machismo recalcitrante lo conocemos todos: lo reproducen por los medios y cada día hay un nuevo titular amarillista: “La quemó viva porque lo había engañado”, “Secuestró a su pareja y le hizo beber su orina”, “La violó en el colegio y AHORA está embarazada”, “Lo había denunciado 15 veces pero todo terminó en tragedia”, y podríamos seguir hasta el infinito.
Eso es violencia de género, violencia machista, violencia contra la mujer. Esa violencia, conocida por todos los que alguna vez miramos TV o leímos el diario, está tan naturalizada que se perpetúa en su propia banalización, tanto para el violento como para el receptor de las noticias.
Sin embargo, esa no es (ni por lejos) la totalidad del machismo que agencia en nuestra sociedad. El psicoterapeuta Luis Bonino Méndez postuló un término que cabe perfectamente a la práctica social de los piropos: se trata de “micromachismos”.
El micromachismo (término superador frente a la “violencia suave” o “terrorismo íntimo”) representa las prácticas de dominación machista en la cotidianidad, casi imperceptibles, que tienen como objetivo perpetuar el sometimiento de la mujer o aprovecharse de la supuesta superioridad del varón, en la mayoría de los casos, a nivel psicológico o simbólico. El caso del piropo es, a mi entender, un micromachismo encubierto: se oculta la real intención de descalificar, de comunicarle a la mujer que está ahí para que los hombres PUEDANpiropearla, que está ahí para ser objetivada y opinada por aquellos que, socialmente, estánavalados para hacerlo.
EL PIROPO COMO PRÁCTICA SOCIAL NATURALIZADA
AHORA bien. Podríamos preguntarnos por qué una mera opinión sobre nuestro cuerpo se transfigura en micromachismo. Más allá de que nos sintamos bien o no con nuestro aspecto físico (tema complejo a desglosar en otra nota), en la opinión sistemática de muchos hombres en la vía pública y exclusivamente sobre nuestro cuerpo siempre, pero siempre está implícito el derecho que tiene el varón de hacerlo y la legitimación de la mujer al aceptarlo. Partiendo de esa premisa, pareciera que el deseo real por PARTE de la mujer de recibir o no recibir un piropo ya no importa en lo concreto: los piropos no se analizan, no se preguntan ni se cuestionan. Simplemente se dicen. Y una se acostumbra.
En definitiva: no importa CÓMO salgamos vestidas ni cómo nos maquillemos, si es que nos maquillamos, ni que nos pongamos una pollera corta o un pantalón de jogging deportivo, nos dejemos el pelo corto o largo. El “piropo” siempre va a estar ahí, acechando, queramos o no, sin importar nuestro deseo de recibirlo o escucharlo.
A las mujeres que responden un piropo, generalmente les va mal y terminan deseando no haberlo contestado nunca. Pocas veces un hombre rechazado en plena verborragia pública se disculpa y vuelve a lo que estaba haciendo después de una respuesta inesperada. “¿Por qué deberían disculparse?” preguntan una y otra vez hombres (y mujeres, muchas mujeres) horrorizados por la campaña. Entonces, el debate cambia de eje y CONTINÚA viajando por caminos tortuosos. Ejemplo: qué es un piropo y qué una agresión.
Una reconocida revista “femenina” planteaba este tema en una nota: cómo, qué y dónde “corresponde piropearnos”; como dándoles a los hombres una suerte de top ten de las cosas que deben o no deben hacer en la vía pública. Una de las anécdotas del artículo contaba la historia de una mujer a la que alguien había gritado “¡Culona!” en la calle. Ella, enojada, se acercó HACIA el emisor del ¿piropo? y le preguntó: “¿Lo decís para bien o lo decís para mal?”.
Muchas mujeres en su lugar, directamente le hubiésemos preguntado por qué lo decís. Sin embargo, se entiende que DESDE el prisma social por el cual la mujer es evaluada (por sí misma y por otros), busque constantemente la aprobación de su apariencia (y de todo, todo lo demás). Es por eso que a veces, a pesar de sentirse incómodas, humilladas o desvalorizadas, aceptan el piropo sea cual sea, siempre y cuando les suba el autoestima. Muchas revistas, suplementos de “mujer” en los diarios, etcétera, reafirman y perpetúan esa agobiante tarea de soportar aquello que no nos agrada con el fin de sentirnos, posteriormente, más aceptadas, más valoradas…más iguales.
La discusión sobre “piropo” o agresión no tiene razón de ser. En primer lugar, porque ambos objetivan, objetifican y opinan sobre y exclusivamente el cuerpo de la mujer, sin que la persona (esa, la que está adentro del cuerpo) haya sido consultada o si quiera CONTACTADA verbalmente previo el piropo o la agresión. Segundo, porque una vez más nos encontramos frente a una práctica de dominación: el hombre no busca “conquistar” o “enamorar” a la mujer, busca reafirmar su derecho de poder decírselo, de poder pararse frente a ella y opinar a como dé lugar.
Es un hecho que el piropo (y si no, tenemos amigos y amigas PARA consultar) casi nunca logra su supuesto objetivo, el de halagar o “cortejar” para enamorar. De hecho, termina casi siempre en una sonrisa de superioridad y una cabeza mirando hacia el suelo. ¿No le cabe a eso el NOMBRE de dominación?
Ambas “clasificaciones” comparten entonces una misma práctica que, además de ser invasiva para muchas mujeres, es también una reafirmación del poder masculino que no busca atraer a nadie, sino perpetuar ese “derecho social”, permitido y naturalizado de poder decirlo.
ASÍ VESTIDA, ¿CÓMO QUIERE PASAR INADVERTIDA?
En la misma línea que la frase “si no se vistiera así, no la hubiesen violado”, este discurso avala el acoso casi de una manera incuestionable. Una vez más, define y asegura que el hombre tiene en su naturaleza el instinto “halagador”, y que es imposible poder “reprimirlo” (así como el deseo sexual en la segunda frase).
Sobre esto no hay mucho que decir. Las mujeres deberíamos tener el derecho de elegir la ropa, el maquillaje y los adornos que nos vengan en gana, y usarlos como mejor nos parezca. Sin embargo ese derecho (que los hombres TIENEN casi asegurado, exceptuando quizá las adjetivaciones de “ridículo”, “puto” o “desubicado”, que no son menores) se torna difícil de cumplir cuando las mujeres terminan vistiéndose PARA: no ser violadas, no ser agredidas, no ser “piropeadas”. No ser acosadas.
Las mujeres deberemos hacer un gran TRABAJO de reflexión y empoderamiento para llegar a entender que no somos ni le debemos nada a nadie por nuestra ropa. Para entender que nuestra vida no gira alrededor más que de nosotras mismas, nuestros afectos y nuestra mirada frente a la vida, es decir, nuestra militancia. Mientras ENTRE nosotras sigamos llamándonos “puta” o reproduciendo frases COMO las del título, nunca saldremos del círculo vicioso que nos impone el machismo y el micromachismo escondido: que ser (lindas, inteligentes, deseables) depende de lo que opina el hombre.
Aceptar y pregonar las opiniones impuestas por un extraño sobre nuestro cuerpo no es más que invisibilizarnos como personas. Cuando alguien se acerque y diga “hola”, o quizá pregunte “¿cómo te llamás?” y se muestre interesado de persona a persona, ahí sabremos que nos acercamos a la igualdad. Que de a poco, dejamos de ser meramente objeto para pasar a ser sujeto (además de objeto) de deseo.
Cuando estemos seguras de nuestro valor y comencemos a reafirmar nuestra autodeterminación, podremos comenzar a entender este TIPO prácticas y cuestionarlas cada vez más, entendiendo que el machismo es un círculo vicioso que se retroalimenta constantemente. Quien piropea hoy, puede agredir mañana (porque se lo permiten). Quien agrede mañana, pasado puede golpear (porque siguen permitiéndoselo). Sabemos en qué termina: los violentos no son enfermos mentales. Son hijos sanos, bien sanos del patriarcado.
Mariana Sidoti
@MarianaSidoti                  

 ¿Y si no me depilo?

Soy una de esas mujeres que odia depilarse. No sé si hay muchas por ahí fuera, pero sospecho que sí. Desde el primer día en que, siendo adolescente, decidí que tenía que deshacerme de los pelos en piernas y axilas, he vivido la depilación como una tortura. Una pérdida de tiempo que, además, me acarreaba sufrimiento. Un sinsentido, vamos. Pero tampoco le daba más vueltas. Al fin y al cabo, soy mujer, así que tengo que depilarme, ¿no? ¿Acaso me queda otra opción? Durante mucho tiempo pensaba que no, así que simplemente intenté minimizar mis épocas de sufrimiento al máximo. Opté por no depilarme en invierno. Total, iba bien tapadita, nadie me veía... Así que, sí, ahí empecé a darme CUENTA de que me depilaba por lo demás, porque era lo que se esperaba de mí como mujer. Disfrutaba de mis piernas peludas durante el invierno y me sometía a una tortura casi semanal en verano.
Soy una mujer muy peluda, sí. Tengo la piel muy blanca y los vellos muy negros. Mis piernas y mis axilas son verdaderas selvas. Sé que hay mujeres con poco vello, mujeres que se DEPILAN muy de vez en cuando y que tienen el vello rubio y fino. Pero no es mi caso, así que eso de disimular y hacer como si el vello no estuviera ahí no da resultado. Además, vivo en Málaga, el clima es caluroso buena parte del año y la playa está ahí para disfrutarla...
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Tras 7 meses sin depilarme, disfrutando de mis selvas negras, el tiempo empieza a apremiar. Hace sol. Hace calor. El verano se acerca. ¡Noooooooo! Empiezo a necesitar llevar faldas cortas y camisetas de tirantes. Empieza, un año más, esa época en la que me debato entre mis deseos y necesidades y los deseos y necesidades de la sociedad en la que vivo. Este año me lo estoy planteando en serio. ¿Me depilo o no? Soy muy consciente de que yo no quiero, de que si dependiera de mí, no lo haría. Pero... ¿depende realmente de mí? Lógicamente, puedo hacer con mi cuerpo lo que quiera, pero no quiero que salir a dar un paseo se convierta en una quimera, no quiero tener que rechazar planes por querer esconderme. Porque, sí, lo admito, no estoy preparada para escuchar las críticas ni para soportar las miradas. No soy una revolucionaria. Aún.
¿Cómo hemos llegado a esta situación? Pensándolo fríamente, me parece asombroso cómo hemos llegado a un punto en el que una mujer que no se quita sus propios pelos, los pelos que le crecen sí o sí, sea un especimen raro. No estoy juzgando a las millones de mujeres que se depilan porque quieren (aunque habría que ahondar para saber por qué quieren), pero sí estoy criticando que hayamos llegado un punto en el que no hay elección. No podemos elegir si nos depilamos o no. Se da por hecho. Y punto.
Últimamente he leído algunos artículos en internet en el que las mujeres reivindican su derecho a no depilarse el vello púbico. Estamos viendo, poco a poco, cómo se está imponiendo también la normalidad de depilarse el pubis. Yo por ahí no paso, eso sí que no, pero supongo que en unos años será también la norma. Leo por ahí que los chicos lo demandan, que quieren a las mujeres sin pelos en su sexo. Pues bien, me importa poco lo que demanden esos chicos. No me interesan.
Sin embargo, tras un búsqueda bastante extensa por internet (tanto en español como en inglés), no he encontrada casi ningún artículo en referencia a la no depilación de piernas y axilas. Sí leí multitud de artículos sobre Emer O'Toole, una periodista irlandesa que estuvo sin depilarse durante 18 meses y que aquí explica por quéAquí puedes ver un vídeo en el que se ven sus piernas y axilas sin depilar. Estos son otros posts que encontré sobre el tema:
What to expect when you stop shaving (Qué esperar CUANDO dejas de depilarte).
Why I don't shave my legs (Por qué no me depilo las piernas).
- I have never shaved my legs, so what? (Nunca me he depilado las piernas, ¿y qué?).
Razones por las que no me depilo
También hay algunos grupos en Facebook en los que las mujeres muestran sus axilas sin DEPILAR, como este en inglés y este en sueco y hace tiempo que oí hablar de un documental, Pitstache, sobre ESTE tema, que creo que actualmente sigue en producción.
Pero la no depilación sigue siendo un tabú. Un tema del que no se habla. Del que no se quiere hablar. Por eso me he decidido a escribir este artículo, porque creo que hay que visibilizarlo, que hay que hablarlo, que las mujeres tenemos que volver a tener opciones sin tener que hacer una revolución. Que las mujeres tenemos que saber que tenemos la elección, que la depilación no es una obligación que viene con el hecho de ser mujer. Que las chicas adolescentes, cuando empiezan a tener vello, tienen que saber que PUEDEN elegir, que ellas deciden si quieren o no depilarse. Que ambas opciones son válidas. Hoy en día, lógicamente no es así. Me ha sido casi imposible encontrar fotos de mujeres con las piernas sin depilar (axilas sin depilar es más sencillo) y por eso pongo aquí las mías, para que las piernas velludas y femeninas salgan a la luz, para que se vean.
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Cuando le pedí a mi novio que me hiciera las fotos, se negó. Creo que no quería que hiciera públicas mis piernas peludas. Bastante tenía él con aguantar el plan... jajaja! Tuvimos una conversación muy interesante y a los pocos segundos reconoció que se equivocaba y accedió a hacerme las fotos. Me dijo que esas fotos eran un atentado contra la estética. Estoy de acuerdo. Son un atentado contra la estética, contra la imagen de la belleza femenina que tenemos ya integrada en nuestra cultura y en nuestra sociedad. Esa misma imagen que quiero cambiar, simplemente porque no es real. Las mujeres tenemos pelos en las piernas. Tenemos pelos en las axilas. Y en el pubis. Y en mil sitios más. Somos peludas. Igual que los hombres. Algunas MENOS, otras más. Y eso es real. Una realidad que las mujeres, presionadas unas por otras, nos empeñamos en esconder.
Aún no sé si ESTE año volveré a sucumbir a la presión, si volveré a depilarme. Aún no lo he decidido, pero soy muy consciente de que si finalmente lo hago, será por los demás, y que eso me aleja de mí misma. El póster que publico en mi blog explica muy bien todo lo que pienso sobre la DEPILACIÓN. Es una obra de Nina PARA The Feminist Poster Project.

http://www.huffingtonpost.es/paloma-goni/y-si-no-me-depilo_b_3546148.html





12 Mayo 2013

FUENTE: http://oriolmallovilaplana.com/


Día de la Madre: la festividad que Excélsior inventó para luchar contra el feminismo


El día de la madre es en México la fiesta no oficial más importante luego de la Navidad. Nada se compara a este ritual social que provoca aumentos salvajes del consumo y grandes celebraciones familiares. Pero la inciativa del fundador de Excélsior, Rafael Alducin, de conmemorar a la madre mexicana en 1922  fue un reaccionario invento contra el socialismo y la planificación familiar. Una triste historia fundacional contada por Ismael Flores en Vivir México.

La historia negra detrás del Día de la Madre / Ismael Flores
Ayer se celebró entre la alharaca acostumbrada el Día de la Madre, tradicionalmente mercantilizado como “la celebración para lareina del hogar”. Por un día al año, se reconoció el esfuerzo en una reunión donde se les colmó de regalos y, si tuvieron suerte, se les cocinó o se les llevó a comer. Hoy todo regresó a la normalidad, y muchas de ellas despertaron para lavar los trastes de la comida “en su honor”. ¿Qué se oculta detrás de esta celebración? Por desgracia, una historia negra de represión.
El Día de la Madre fue introducido en nuestro país durante el siglo pasado por iniciativa del entonces Secretario de Educación PúblicaJosé Vasconcelos y el periodista Rafael Alducinfundador del diario Excélsior. Celebrado por primera vez el 10 de mayo de 1922, su introducción e institucionalización en el calendario oficial respondió a los esfuerzos por contrarrestar la campaña de planificación familiar que el profesor José de la Luz Mena, miembro del Consejo de Educación Pública, había iniciado en Yucatán.
La celebración, originalmente concebida en 1870 en Estados Unidos por la sufragista y pacifista Julia Ward Howe, era una respuesta pacífica contra la Guerra Civil norteamericana, creada a partir la famosa Mother’s day proclamation, un himno que llama a las madres a levantar la voz contra las atrocidades de la vida cotidiana y la guerra:


Arise, then, women of this day!
Arise, all women who have hearts,
Whether our baptism be of water or of tears!
Say firmly:
“We will not have great questions decided by irrelevant agencies,
Our husbands will not come to us, reeking with carnage, for caresses and applause.
Our sons shall not be taken from us to unlearn


La historia y los órganos (fálicos) de poder le retiraron el apellido a la conmemoración que rabiosamente instauró Julia Ward, pues de ser un llamado a las madres por la paz (a través de la adquisición de su derecho al voto, a la equidad y participación ciudadana), se convirtió en una celebración a la madre, a secas, del status quo de la mujer; tal y como nos llegó a México a través de una campaña publicitaria en el diario Excélsior.


El día de la madre nació para defender a la mujer católica (Foto felixtubio.blogspot.com)




El 10 de mayo de 1922 en las primeras planas de dicho periódico, Rafael Alducin “alertó” a los mexicanos de lo peligrosas que resultaban las ideas “ajenas a nuestra moral social”, refiriéndose específicamente a la campaña de planificación familiar iniciada en Yucatán por el profesor José de la Luz Mena que buscaba difundir entre la población un folleto llamado La Brújula del Hogar escrito por Margaret Sanger, pionera del movimiento feminista del control de la natalidad, y en cuyo texto orientaba a las mujeres sobre las decisiones que las mujeres podían tomar sobre su cuerpo y vida evitando embarazos no deseados.
Yucatán, ante la mirada atónita del gobierno central, vivía tiempos de renovación que no pudieron ser entendidos más que como un peligro para la nación. Con el ascenso al poder de Felipe Carrillo Puerto —fundador de la agrupación que más tarde sería el Partido Socialista del Sureste— en dicha entidad comenzaron a existir reformas incómodas para el gobierno central, tales como lapromulgación de la ley del divorcio, la educación sexual, el apoyo a los grupos feministas y la oposición a espacios por tradición exclusivamente masculinos, como las cantinas y los burdeles.




El folleto de Margaret Sanger fue la gota que derramó el vaso y desde el centro del país comenzó la campaña de defensa de los auténticos valores mexicanos. (Cualquier parecido con la historia del “Día —blanquiazul— de la familia” no es mera coincidencia).
En el libro de Marta Acevedo, Memoria y olvido: imágenes de México, se rescatan algunos fragmentos del texto de Rafael Alducin, donde se da banderazo a la conmemoración de este día:


Hoy, que en el extremo meridional del país se ha venido emprendiendo una campaña suicida y criminal en contra de la maternidad, cuando en Yucatán elementos oficiales no han vacilado en lanzarse a una propaganda grotesca, denigrando la más alta función de la mujer que no sólo consiste en dar a luz sino en educar a los hijos que forma su carne, es preciso que la sociedad entera manifieste, con una fórmula banal si se quiere, pero profundamente significativa, que no hemos llegado de ninguna manera a esa aberración que predican los racionalistas exaltados, sino que lejos de ello, sabemos honrar a la mujer que nos dio vida.


Y con esta mentada de madre dio inicio la festividad que 10 de mayo se conmemora: la visión tradicional de la madre abnegada, parturienta y dolorosa. A la celebración de 1922 se sumaron la Iglesia Católicalas damas de la Cruz Roja y los medio de comunicación de la época, como los cines y teatros, abriéndole terreno a los comerciantes capitalinos que conscientes de la situación comenzaron a promocionar “un regalito para celebrar a mamá”. Poco importó que en Mérida, se llevaran acabo acciones sorprendentes que incluso hoy causarían resquemor en varios sectores de la población mexicana, tales como las Conferencias Culturales de la Liga Central de Resistencia del Partido Socialista del Sureste donde se tocaban temas como:

  • Profilaxis
  • Prevención de enfermedades venéreas
  • Relaciones familiares y jurídicas
  • La disciplina sindicalista
  • Los cuestionamientos sobre la implantación en los pueblos de la escuela Racionalista.
  • Análisis de los beneficios de los “matrimonios naturales” y del “amor libre”, insistiendo en que su práctica no destruía el hogar.
  • La emancipación de la mujer
  • Los derechos de la mujer

De ahí para acá, la celebración de este día como esclerotización del movimiento feminista ha rendido frutos y se ha materializado en el Monumento a la madre, construido en la ciudad de México en 1932 —también por iniciativa del diario Excélsior—, entre otras disposiciones legales que perpetúan el rol tradicional donde ser madre es obligación para que una mujer se pueda describir como tal, perpetuando sistemas económicos como la doble jornada (madre que después de trabajar, tiene que atender a sus hijos sin apoyo de la pareja) o la violencia económica (donde a la mujer se le oprime a través de darle o no dinero y prohibiéndole trabajar).
Celebrar y reconocer a la madre es fundamental y necesario. Pero celebrar su posición de reina-esclava de la casa, el modelo deMarga López en Cuando los hijos se van, y la opresión que sufre como mujer al volverse un idolillo etereo, un santa, una diosa sin necesidades y que se desboca por la familia… eso creo, no es digno de se celebrado.
¿Y ustedes ya lavaron los platos, o dejaron que su mamá los lavara después de la comida en su “honor”? ¿Los lavarán el resto del año, o volverán a sentir el ardor del jabón hasta el 2012?





1 Febrero 2013



La cara oculta de India
Txente Rekondo
Rebelión

India, considerada por algunos como "la mayor democracia del mundo", tiene una cara más oscura, que normalmente no asoma en los medios de comunicación. Más allá de los múltiples conflictossociales,  étnicos, religiosos, comunales que a día de hoy conviven dentro del gigante asiático, estos días la centralidad mediática ha estado marcada por la violación y posterior muerte de una joven. 
 Esas mismas fuentes informativas, que por lo general prefieren ocultar la faceta más conflictiva de India, parece que estos días han encontrado una nueva cruda "realidad" en torno a la citada agresión. Por eso, durante estas semanas nos han querido mostrar la violencia contra las mujeres, aunque finalmente serán contadas las noticias que profundicen en el verdadero nivel de la violencia estructural contra la mujer en India.
Una mirada más detallada al gigante asiático nos permite constatar la terrible historia de desigualdad y abandono que deben soportar las mujeres, una realidad basada en la discriminación, el prejuicio y la violencia. Presentando ésta, además, diversas formas dirigidas directamente contrala mujer india: violación, explotación y humillación sexual (prostitución) violencia doméstica, desde batter y hasta la tortura o la muerte
 En India nos encontramos con una estructura patriarcal, un sistema donde la dominación masculina está legitimada dentro de la familia y la sociedad, a través de derechos "superiores", privilegios, autoridad y poder. Y todo ello acompañado además por unas graves carencias, cuando no complicidades, por parte del propio estado indio y de las instituciones del mismo, y que ponen de relieve la insuficiencia, ineficacia y falta de voluntad de la maquinaria del Estado para frenar la violencia contra las mujeres.
 Las declaraciones de determinados representantes del chauvinismo hinduista y de sectores reaccionarios de la sociedad, la inacción de los representantes políticos, la enorme corrupción del aparato policial o al incapacidad de la judicatura (a la vista está el ridículo número de condenas) componen el coctel básico que en cierta medida "justifica" esa realidad contra la mujer india.

Las mujeres en India, al igual que los hombres, pueden ser víctimas de "asesinatos, hurtos, engaños...pero además son sujeto de un abanico de diferente tipo de violencia de la que únicamente ellas son objeto., o que les hace ser objeto de todo tipo de violencia.
 Si bien es cierto que los recientes acontecimientos se centran en la violación de una mujer, la tipología de agresiones es mucho más amplia:
Por un lado es mujer la dirigente del principal partido de la oposición, también la presidente de la cámara baja del parlamento, tres ministras y un número cada vez más importante de deportistas y empresarias son también mujeres. También es el país en el que una generación de mujeres jóvenes y con estudios se incorpora al mundo del trabajo en números antes impensables.
 Y por otro lado, nos encontramos con otros datos, que normalmente no tienen tanto eco, y que muestran que en el pasado más reciente: al menos 6 parlamentarios estatales han sido acusados por violación, y otros 36 tienen acusaciones por ofender el pudor de una mujer, asalto, insultar al pudor de una mujer. Por otro lado, 27 candidatos en las elecciones de los diferentes estados han sido acusados de violación, y otros 260 candidatos tienen acusaciones por diferentes tipo de violencia contra las mujeres.
 Durante estos años, toda esa tipología de crímenes y agresiones contra las mujeres en India han ido en aumento. Y la violencia, la atención de salud inadecuada, la mala alimentación, la falta de atención a la salud personal y el bienestar, la desigualdad, la negligencia y el abandono son el pan de cada día para el género femenino.
Una activista india denunciaba recientemente, "nosotras, las mujeres indias hemos sido sobadas, manoseadas, tocadas, empujadas, ridiculizadas, pellizcadas y violadas. Algunas de nosotras literalmente violadas, y algunas violadas por los ojos, los comentarios o los gestos. Cada una de nosotras se ha enfrentado a esa realidad desde la pubertad, e incluso algunas desgraciadamente lo han sufrido incluso antes. Algunas lo hemos sufrido en sus casas, otras en las escuelas y la mayoría de nosotras en las calles".
 La reciente violación ha acaparado la atención de medios e instituciones, y como denuncia la citada activista ello se deba probablemente a que la joven cumplía todos los "requisitos" que la convertían en una "india ideal". Lo que le lleva al mismo tiempo a interrogarse en voz alta si se hubiera generado las mismas reacciones si esa chica "hubiera vestido falda corta". E incluso afirma que es el momento " de analizar también nuestros propios prejuicios cuando estamos ante otros casos de violación".
 Al tiempo que denuncia los prejuicios contra las mujeres consideradas "modernas" en India, la vista gorda ante las violaciones en los pueblos, e incluso mirar hacia otro lado cuando las víctimas de las agresiones son mujeres dalias violadas por miembros de las castas superiores.
 Para acabar con la discriminación, la opresión, la ausencia de oportunidades, las muertes de honor, la mujer como propiedad...en India, como en otros lugares, se hace necesario poner fin a un sistema que ampara o se sustenta en las diferencias sociales, políticas y económicas que a día de hoy son "el pilar de la mayor democracia del mundo"





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18 Septiembre 2012


Tu cuerpo no es el problema

Reflexión de pensamiento sobre la violencia que supone la publicidad para las mujeres

Estamos hartas de modelos, de medidas perfectas y de que se traten la celulitis, las arrugas ,la menstruación, menopausia...como enfermedades, como problemas para los que, por supuesto, alguien tiene una solución que vendernos. Comprarán cada vez más tiempo en televisión y más espacios en nuestras calles, revistas, periódicos, paradas de guaguas, tranvía... para recordarnos ¿cuántas veces al día? que no podemos salir a la calle sin depilarnos, sin “estar guapas”, sexys, flacas y sonrientes. Nunca seremos perfectas, pero tampoco querremos serlo... sabemos de la dificultad de romper con todo lo que nos han metido desde el momento que nacemos (o ya antes de nacer...). Somos nosotras las que hoy gritamos esto, y las mismas que mañana nos miramos preocupadas al espejo. Pero esta situación no puede más que multiplicar nuestras ganas de cambiar esta basura que tenemos dentro.
Ya vemos las consecuencias de la violencia con que la sociedad trata a las mujeres, desde las muertas hasta las niñas anoréxicas. Cómo esta presión y re-presión sobre nosotras nos tiene tan sumisas que no mordemos a quién nos hace daño y compramos sus productos.
Que en una tienda de salud, haya un cartel enorme que diga: “ Es horrible que tengas arrugas, no enseñes la celulitis en verano, deseas ser la mujer de este anuncio, tienes que reafirmar tu pecho, cómprame para curarte la baja autoestima, estás gorda, tienes granos, eres vieja, avergüénzate de ti misma...” es violencia.
La publicidad, aunque no lo parezca, jamás pasa desapercibida por nuestras vidas, nos manda mensajes al cerebro infinitas veces al día que van haciendo mella en nosotras mismas y en nuestras relaciones. En vez de exigir que dejen de invadir nuestro espacio vital, nos creemos sus soluciones creando nuestros problemas. Y les ayudamos a publicitarse...
No vamos a permitir que esto siga así. Tenemos nuestros cuerpos, con sus distintas formas, sensibilidades, recovecos y placeres... Estamos aprendiendo a conocerlo y disfrutarlo, a sentirlo como lo que es, una parte de nosotras que nos da placer y nos permite crear, y que tiene infinitas posibilidades más... Estamos aprendiendo que en este proceso hay personas e instituciones que no nos permiten avanzar, que nos agreden y nos violentan, que nos mantienen donde no molestemos, que impiden que nos comuniquemos... Y por eso, este noche nos hemos propuesto que un buen número de farmacias no nos insulten mañana, cuando paseemos por la calle delante de escaparates que no podrán decirnos: “Es horrible que tengas arrugas, no enseñes la celulitis en verano, deseas ser la mujer de este anuncio, tienes que reafirmar tu pecho, cómprame para curarte la baja autoestima, estás gorda, tienes granos, eres vieja, avergüénzate de ti misma...”
En una sociedad enferma crecen personas enfermas, algunas aún creen que su cuerpo es el problema...
NO LLAMES SALUD A LA ANOREXIA Y LA BULIMIA
NO LLAMES SALUD A METERNOS MIEDO A SALIR A LA CALLE...
Fuente: La Haine
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10 Septiembre 2012
PARA UN MEJOR AMOR
Nadie discute que el sexo
es una categoría en el mundo de la pareja:
de ahí la ternura y sus ramas salvajes.
Nadie discute que el sexo
es una categoría familiar:
de ahí los hijos,
las noches en común
y los días divididos
(él, buscando el pan en la calle,
en las oficinas o en las fábricas;
ella, en la retaguardia de los oficios domésticos,
en la estrategia y la táctica de la cocina
que permitan sobrevivir en la batalla común
siquiera hasta el final del mes).
Nadie discute que el sexo
es una categoría económica:
basta mencionar la prostitución,
las modas,
las secciones de los diarios que sólo son para ella
o sólo son para él.
Donde empiezan los líos
es a partir de que una mujer dice
que el sexo es una categoría política.
Porque cuando una mujer dice
que el sexo es una categoría política
puede comenzar a dejar de ser mujer en sí
para convertirse en mujer para sí,
constituir a la mujer en mujer
a partir de su humanidad
y no del sexo,
saber que el desodorante mágico con sabor a limón
y jabón que acaricia voluptuosamente su piel
son fabricados por la misma empresa que fabrica el napalm,
saber que las labores propias del hogar
son las labores propias de la clase social a que pertenece ese hogar,
que la diferencia de sexos
brilla mucho mejor en la profunda noche amorosa
cuando se conocen todos esos secretos
que nos mantenían enmascarados y ajenos.
Roque Dalton (1935-1975)


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19 Agosto 2012

¿CÓMO FUNCIONAN LOS ESTEREOTIPOS DE GÉNERO?

Ser niño o niña se aprende viviendo, pero veamos cómo funcionan los estereotipos de género:

Cuando alguien se comporta de una forma ‘activa’, si es niña se dirá que es una persona nerviosa, y si es niño, que es inquieto.


Cuando alguien se comporta de manera insistente, si es niña es que es una terca. Si es niño, tenaz.

Cuando alguien se muestra sensible, si es niña es que es delicada. Si es niño, afeminado.

Cuando alguien se comporta de manera desenvuelta, si es niña es que es una grosera. Si es niño, es que está seguro de sí mismo.

Cuando alguien se comporta de forma desinhibida, si es niña es que es una pícara. Si es niño, es simpático.


Cuando alguien se comporta de forma obediente, si es niña es dócil. Si es niño, es débil.



Cuando alguien se comporta de manera temperamental, si es niña es una histérica. Si es niño, apasionado.



Cuando alguien se comporta de forma audaz, si es niña es que es impulsiva y actúa sin pensar. Si es niño, es un valiente.



Cuando alguien se comporta de manera introvertida, si es niña es tímida. Si es niño, es que es piensa bien las cosas.


Cuando alguien muestra curiosidad, si es niña es una preguntona y una cotilla. Si es niño, es inteligente.

Cuando alguien es prudente, si es niña es que es juiciosa. Si es niño, es un cobarde.

Cuando alguien no quiere compartir sus cosas, si es niña es una egoísta. Si es niño, es que defiende lo suyo.

Cuando alguien no se somete, si es niña es una agresiva. Si es niño, es que es fuerte.

Cuando alguien cambia de opinión, si es niña es que es una caprichosa y una niña voluble. Si es niño, es que es capaz de reconocer sus errores.

En suma, los estereotipos de género privan a las mujeres y niñas de su autonomía y a los hombres y niños les niegan el derecho a la expresión de su afectividad.

(Fuentes: ‘Feminismo para principiantes’, de Nuria Varela; y ‘El concepto de género y la teoría feminista en Agentes de igualdad de oportunidades’, de Luisa Antolín).


FUENTE: http://blogs.elcorreo.com/colomba/2012/08/08/como-funcionan-los-estereotipos-de-genero/



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31 Julio 2012


ANÁLISIS DEL CONTENIDO IDEOLÓGICO



 DE LOS LARGOMETRAJES DE DIBUJOS 



ANIMADOS BAJO LA FIRMA



"WALT 

DISNEY"






LA FAMILIA


Lo primero que llama la atención de estas historias es la ausencia de familias completas. Sólo hay tres películas donde aparece la familia al completo (Peter Pan, La Bella Durmiente y Mary Poppins) y en el resto el padre de uno o dos de los protagonistas (Aladdín, La Bella y la Bestia, La Sirenita, Toy Stor.y, Pocahontas) o bien padres o maestros adoptivos (Pinocho, Merlín, El Libro de la selva). La madre suele aparecer transfigurada bajo el papel de madrastra (Blancanieves, La cenicienta). En las historietas analizadas por Dorfman y Mattelart (DM), llegan a la conclusión que la eliminación del padre/madre propicia, por un lado, rechazar la imagen de una infancia sexualizada y por otro la ausencia de relaciones de amor entre los miembros de una familia; en el fondo todos están solos.

En nuestro caso, y dadas las características narrativas de los cuentos maravillosos, es necesario arrancar de la propia historia: padres o madrastra. Es interesante la apreciación que hace Teresa Durón (4) entre princesas, reina/madre y madrastra. La autora piensa que el personaje de la princesa corresponde a lo más puro y bello que hay en la adolescencia. El papel de la reina/madre desempeña un rol breve e irreprochable. La mujer engendra y asegura la sucesión de la especie, después muere y deja de estar presente en el relato. El papel de la madrastra es más rico desde el punto de vista psicoanalítico. Es la misma mujer incapaz de amar y ser amada por mucho tiempo. En el cuento maravilloso, ser madre es un valor brillante y fugaz; mantener el rol de madre resulta molesto por ir contra la realidad que manda que las cosas mueran. Por eso se castiga a quien insiste en ser, en permanecer como madre: la madrastra. En todas las películas analizadas es muy difícil encontrar a una madre sola, (Toy Story es la excepción). Sólo el papel del padre aparece en soledad.

En Toy Story, es significativo que la familia de Andy (el dueño de los juguetes Woody y Buzz Lightyear), sea monoparental: no aparece el padre para nada. DM decían que la sustitución del padre por el Tio Donald hacía posible su desplazamiento constante (con todas las consecuencias que esto conlleva). En 1996, con las nuevas técnicas de fecundación, el papel del padre es literalmente prescindible. En Toy Story, llama la atención la ausencia de trabajo de la madre. Más aún, se da por supuesta la previsión de fondos para hacerse cargo de la manuntención del hogar. Podría objetarse que la historia gira en torno a los juguetes y que, por tanto, la presentación de la familia humana es prescindible sino fuera porque, la televisión (o el cine) de los niños no es simplemente la programación hecha para los niños. Es el sentido que dan los niños a aquello que ven. (Hogde y Trip, 1988: 16)

Realmente no sabemos que sentido le están dando los niños a lo que ven a través del monitor de televisión. Incluso a nosotros mismos se nos escapa el sentido de lo que vemos puesto que el encadenamiento de las imágenes a gran velocidad, impide la reflexión sobre lo que se visiona (so pena de perder el hilo argumental).

Es en los cuentos de animales donde la familia sí aparece al completo, así tenemos en El Rey León, que Mufasa, Sarabi y Simba, (padre, madre e hijo), forman el núcleo familiar que al final de la película se convierte en Simba, Nala y el nuevo Rey León. En La dama y el vagabundo, Golfo y Reina, forman su familia y procrean, y aunque sus dueños sí aparecen como familia completa, su presencia en el guión sólo sirve para contextualizar la historia. En 101 dálmatas, Pongo y Perdí tienen muchos cachorritos y sus dueños un problema. Es curioso que en esa película aparezca la pareja sin hijos y que acepten el cuidado de los perritos, renunciando a su descendencia. ¿Qué sentido puede tener todo esto? Siguiendo el análisis de DM, se aprecia que los guionistas están anulando la reproducción en su forma sexual. Veamoslo película por película.

Blancanieves, 1937 (madrastra); Fantasía, 1940 (sin familia); Pinocho, 1940 (padre adoptivo); Dumbo, 1941 (madre); Bambi, 1942 (madre); La Cenicienta, 1950 (madrastra y hermanastras); Alicia en el país de las maravillas, 1951; Peter Pan, 1953 (familia con tres hijos); La Dama y el vagabundo, 1955 (familia humana y perruna); La Bella Durmiente, 1959 (padre, madre, hija); 101 Dálmatas, 1961 (matrimonio sin hijos); Merlín el encantador, 1963 (huérfano); Mary Poppins, 1964 (padre, madre y dos hijos); El libro de la selva, 1967 (adopción); Los Arístogatos, 1970 (Gata con tres gatitos y Madame Bomfamile); Rescatadores, 1977. (ratón padre e hija); La Sírenita, 1989 (padre Tritón y hermanas); La Bella y la Bestia, 1992 (padre e hija); Aladdin, 1993 (padre e hija); Tod y Toby, 1994 Zorro huérfano); El Rey león, 1994 (familia animal completa); Pocahontas, 1995 (padre e hija); Toy Story, 1996 (madre y dos hijos).

Desde 1964 en que se estrena Mary Poppins, no aparece ninguna familia humana completa y pasan 30 años, antes de que vuelva a aparecer una familia completa animal (El Rey León). ¿Casualidad? ¿Exigencias del guión? o quizás se intente eliminar la producción en su forma sexual.



EL TRATAMIENTO DE LA MUJER
El tratamiento que recibe la mujer en las películas, aunque parezca lo contrario, es bastante negativo. Por ejemplo, en La Sirenita encontramos a Úrsula, la bruja del mar proclamando cosas como esta: 


"Los hombres no te buscan si les hablas. No creo que les quieras aburrir. Allí arriba, es preferible que las damas no conversen, a no ser que no te quieras divertir. Verás que no logras nada conversando, a menos que los pienses ahuyentar. Admirada tu serás, si callada siempre estás. Sujeta bien tu lengua y triunfarás." 


En la película Aladdín, Yafar, dirigiéndose a Jasmín, afirma: "Veo que os habéis quedado sin habla: una cualidad muy apreciada en la mujer". Por su parte en La Bella y la Bestia se dicen cosas como esta: "El pueblo entero lo comenta: no está bien que una mujer empiece a tener ideas y a pensar". 


El tema de la curiosidad femenina también es tratado como un tópico. La Bestia, le había dicho a Bella que podía verlo todo menos el ala oeste del castillo (¿no recuerda a Barba Azul?) y ella, a la primera oportunidad, se acerca preguntando: "¿Qué será lo que esconde ahí?". No sólo eso sino que, cuando le van a enseñar la biblioteca (leer era su pasión preferida), la curiosidad puede más y se va a ver que es lo que esconde la Bestia en esa sala misteriosa. Evidentemente, cuando la Bestia la descubre, no le pasa nada, más aún, ella pasa de ser víctima a perseguida (5) escapándose del castillo. 


Tanto en Blancanieves, como en La Bella durmiente, como en La Cenicienta, la mujer es salvada. En La Cenicienta, la actitud del príncipe es patética (6). ¿Quien se casaría con una mujer a la que le estuviera bien un zapato?, ¿A qué hombre, con dinero y poder, se le "escaparía" una mujer en medio de un baile? 


De las 23 películas de la lista la mujer sólo aparece como protagonista o protagonista en 10 de ellas (sin contar las de animales) y sus papeles normalmente giran en torno al hombre: Blancanieves, La Cenicienta, Alicia en el país de las maravillas, Peter Pan, La Bella Durmiente, Mary Poppins, La Sirenita, La Bella y la Bestia, Aladdin, Pocahontas. 

Curiosamente, es en Pocahontas donde la protagonista femenina no se casa con el pretendiente. ¿Por qué? Si una sirena puede casarse con un príncipe, si una aldeana puede hacerlo con una bestia, si una chica pobre como La Cenicienta puede hacerlo con un príncipe, ¿por qué no puede Pocahontas, la hija del jefe del poblado, casarse con un aventurero? ¿Quizás sea porque son de razas distintas? Esta pregunta tiene una difícil respuesta en una sociedad supuestamente multicultural. 


¿Qué conclusiones podemos sacar de este apresurado repaso sobre el papel de la mujer en estas películas? Sencillamente que asistimos a un proceso de aniquilación simbólica que se da cuando los roles de las mujeres son escasos y cuando sus acciones aparecen estereotipadas en función de lo que una determinada mentalidad espera de ellas.LA RIQUEZA, LA PROPIEDAD PRIVADA, EL TRABAJO Y LOS REGÍMENES DE GOBIERNO."


En Para leer al Pato Donald se llega a la conclusión que uno de los objetivos de la empresa Disney es separar la relación real entre base y superestructura, haciendo desaparecer al sector secundario (promovedor de la riqueza en un mundo industrial), en beneficio del sector terciario. Es difícil que podamos encontrar en los cuentos maravillosos la temática industrial puesto que su origen es anterior. Por eso decíamos que el análisis de D.M no nos era válido en su totalidad, por las propias características de nuestro objeto de estudio. No obstante, si nos fijamos, se pueden encontrar mensajes tales como cuando La Sirenita hace el trato con úrsula, la bruja del mar.

"No se puede recibir sin dar nada a cambio" o, "Si tu quieres ser feliz, entonces tienes que pagar". Inclusive, cuando La Sirenita pasa a poder de Úrsula, su padre, el rey Tritón, intenta destruir el contrato firmado con su tridente pero, no puede conseguirlo. Entonces ella le dice: "No puedes destruirlo: el contrato es legal".

En Aladdín, cuando la princesa Jasmín, se escapa de palacio y le da una manzana a un niño hambriento, el vendedor le demanda el dinero en tono amenazador y ella responde: "Yo nunca llevo dinero encima". Es como si se diera a entender, el dinero es necesario pero los poderosos no necesitamos llevarlo porque lo tenemos en demasía. Otro ejemplo; cuando Aladdín entra en la cueva de las maravillas se le dice "No toques nada del tesoro". La interpretación que se le ha dado siempre es: debes resistir las tentaciones porque lo más valioso se esconde en el sitio más insospechado. Pero también podríamos interpretarlo como: las riquezas nunca serán tuyas, y a lo más que puedes aspirar es a los sueños (la lámpara maravillosa).

Siguiendo con Aladdín, nuestro protagonista, le dice a Abú -el monomirando el palacio del sultán desde su chabola: "Algún día las cosas cambiarán, seremos ricos, viviremos en un palacio y nunca más tendremos problemas". En Merlín el encantador, Grillo -el muchacho protagonista- le dice a Merlín: "Yo no tengo problemas". Y él le responde; "Imposible, el mundo está lleno de problemas". Treinta y un años más tarde, en El Rey León se dice: "¡Hakuna Matata!, ningún problema debe hacerte sufrir". Es decir, existen los problemas pero no deben hacerte sufrir. O lo que es lo mismo, aunque lo estés pasando mal, resignación (¿no suena ésto a virtud cristiana?).

En todas las películas dentro de la concepción de los cuentos maravillosos, aparece el pueblo dentro del sector primario ó terciario, y muy separado de ellos, los príncipes y las princesas. En Aladdín llama poderosamente la atención el hecho de que si el sultán es tan bueno y afable como lo pintan, entonces, ¿Por qué hay niños pobres? Es en el primer largometraje de Disney, Blancanieves, donde podemos encontrar la única referencia a la industria (los enanitos trabajando en la mina). Pero, ¿qué hacen con todos los diamantes que sacan de la mina? Nada; tienen la casa completamente abandonada y lo único que comen es sopa.

Si uno tuviera tantos diamantes, podría por lo menos comer algo mejor, y desde luego, contratar a profesionales del servicio doméstico. Pero no, aunque tienen la riqueza, no saben lo que hacer con ella. ¿No es esa la relación que se establece entre metrópoli y colonia? Pero el saqueo debe legitimarse. En Pocahontas, por ejemplo, Lord Raferti, para acometer la búsqueda del oro en tierra de los indios busca un precedente que legimite su acción. ¿Donde lo encuentra? En los españoles; en Pizarro, Hernan Cortés y todos aquellos que esquilmaron el oro y la plata de América del Sur. Si ellos lo hicieron –dice ahora nos toca a nosotros (refiriéndose a los ingleses).

En cuanto a las relaciones sociales, como ya hemos dicho, unos están abajo, el pueblo, y otros arriba, los príncipes y princesas. La única movilidad que está permitida es la que se realiza por amor. La Sirenita puede cambiar de sirena a humana por un príncipe. La Cenicienta deja de limpiar por un príncipe, "Bella" se casa con un príncipe, Aladdín sale de pobre casándose con Jasmín.

El papel del pueblo como tal, no puede salir más mal parado: siempre es una comparsa manipulable a los que se les invita para que los poderosos puedan sentir que son poderosos. Por ejemplo, en La Bella y la Bestia, Gastón, manipula al pueblo para que vayan a matar a la "Bestia" diciéndoles:

"Se llevarán a vuestros hijos. No estaremos a salvo hasta que su cabeza cuelgue de mi pared. Debéis seguirme a mi". Entonces el pueblo murmura y se decide a seguirlo inflamado por las proclamas de Gastón. Habla el pueblo: "El misterio nos asusta y el enigma se tendrá que descubrir (..) Dios está a nuestro lado". Por fin Gastón dice las palabras mágicas: "Podéis llevaros cualquier botín"; y el pueblo asalta el castillo.

Y nos preguntamos: ¿Por qué no aparece en la obra ninguna consideración posterior al asalto del castillo en relación al pueblo? Su comportamiento estuvo mal, pero el guionista se olvida de él sin contemplaciones. Ni un asomo de arrepentimiento por su acción; ninguna crítica. Parece decirse: el pueblo es manipulable y despreciable. También en Aladdín se nos muestra el aspecto manipulable del pueblo. Cuando el genio hace entrar a Aladdín de príncipe en la ciudad, se multiplica entre la muchedumbre cantando las alabanzas del príncipe "Alí Ababua". El colmo es que cuando, el supuesto príncipe arroja un puñado de monedas al suelo, cientos de cuerpos se disputan las migajas que el poderoso se digna a regalar. Dicho de otra manera, la movilidad de clases se consigue sólo con dinero. El dinero es el rey. Lord Raferti, en Pocohontas lo dice claramente.

"Cuando el rey me vea con todo el oro que esos patanes me van a entregar, habré alcanzado el éxito".

En Toy Story (7), la trama fundamental gira en torno a los celos (o la envidia) que siente Woody (el muñeco vaquero), al ser sustituido por Buzz Lightyear, (el muñeco del espacio) tras una fiesta de cumpleaños. Expresiones como la de "ser sustituido"; "fracaso"; "venganza'; "culpa (8)"; etc, etc, son habituales durante todo el film. Woody, en su deseo de conservar la privilegiada posición de ser el muñeco favorito de Andy, atenta ,fortuitamente, contra la integridad de Buzz. Esto les lleva a extraviarse de la casa y les obliga a pasar de mil peripecias para regresar a su hogar antes de la mudanza (la emoción está asegurada para el espectador). Bien, aceptemos que la historia gire sobre la envidia ,o los celos, para enseñar que no es un sentimiento sano. Lo que ocurre es que el mensaje de la película reside en que la envidia es algo natural. Así, cuando al final, están todos los juguetes reunidos esperando saber qué nuevos juguetes tendrá Andy por Navidad, Woody ,que acepta su sustitución, le pregunta a Buzz `¿No estarás preocupado?'; refiriéndose claramente a la posibilidad de que ahora le toque a él ser sustituido. El proceso se inicia de nuevo. El mensaje es claro: la envidia es natural y el miedo a ser sustituido real. O si se quiere, también en los sentimientos existe la propiedad privada.

La presentación que se hace de los regímenes de gobierno a través de las películas mencionadas gira ,fundamentalmente, en torno a la monarquía. Veamos, en Blancanieves, La Cenicienta, Alicia en el país de las maravillas, La Bella Durmiente, Merlín el encantador, La Sirenita, La Bella y la Bestia, Aladdin, El Rey león y Pocahontas el régimen de gobierno presentado es el de la monarquía. Si pensamos en los cuentos maravillosos, por tradición, es lógico que la monarquía ostente el poder sin embargo, en todo lo que no sean adaptaciones de cuentos populares se podrían presentar otros regímenes de gobierno. Debe de existir alguna razón para que ésto no se haga.

En Pocahontas, el rey envía una expedición al nuevo mundo para buscar oro. Desde el comienzo de la película hasta la presentación de los créditos se dicen cosas como éstas:
"La gloria y la riqueza nos envían a buscar y el nuevo mundo ofrece la fortuna y la libertad, y espera a los valientes que lo sepan conquistar".

Una serie de colonos se embarcan hacia el nuevo mundo con ideas tan claras como las de conquista y fortuna que se expresan en boca de "inocentes" marineros como Thomas:
"Este nuevo mundo va a ser maravilloso. Conseguiré un montón de oro. Me haré una gran casa y si cualquier indio intenta impedírmelo le mataré".

Lo que sí es cierto es que estos señores llevan las ideas muy claras: saben lo que quieren y cómo conseguirlo. De hecho, cuando están embarcando, los marineros al ver subir abordo a John Smith ‑el protagonista junto a Pocahontas‑, dicen:

"No se puede ir a luchar contra los indios sin John Smith" y él les responde: "No pienso dejar que seáis los únicos que se diviertan".
De hecho, la primera canción de la banda sonora tiene como estribillo la idea tan edificante de:
"Matemos algún indio. Tal vez serán un par". La veda está abierta. Más aún, se da permiso para hacerlo. Así, Lord Raferti, le dice a Thomas: "Aprende a usar tu arma como Dios manda. Un hombre no es un hombre si no sabe disparar" (9).

Pero los indios tampoco se quedan cortos. Su presentación es que vuelven victoriosos de la guerra. No se dice nada de si esa guerra era de defensa o de conquista, sólo que habían vencido. Desde el primer momento se igualan a los colonos con los indios a través de la violencia. Cuando los colonos están atrincherados en el fuerte, Lord Raferti ,el comandante de la expedición, le pregunta a su ayuda de cámara:

"¿Por qué crees que los indios nos atacarán? Y él le responde interrogando: ¿Por que invadimos su país, cortamos sus árboles y quemamos sus tierras?".

Pero dicho esto por un personaje tan pusilámine como el ayuda de cámara queda vacío de contenido. De hecho, creemos que se dice para que quede constancia en el público adulto que visiona la película pero los niños y niñas puede que lo vean y lo entiendan de otra manera.
Queda claro desde el principio que los colonos invaden el territorio de los indios pero, ¡lo hacen con tanta gracia! que consecuentemente, el guionista los iguala (a indios y colonos) en la batalla final a través de la violencia. ¿Que cómo lo hace? Muy sencillo; a través de la banda sonora. Antes de la batalla final se utiliza la misma canción para los dos bandos. Esto hace que sus intenciones sean idénticas y los motivos de la lucha se escondan, cuando han sido los ingleses quienes han disparado a los indios, han matado a uno de ellos y han destrozado sus tierras.

En El Rey León, la lucha se establece entre la monarquía hereditaria y Scar, el león que osa dar un golpe de estado en alianza con las hienas. Hay una escena dentro de la película en la que las hienas, alentadas por Scar, se atreven a decir:

"¿Quién necesita un rey. No rey. No rey." Y entonces Scar les responde: "Idiotas. Sí habrá un rey. Yo seré el rey". Y prepara su coronación como un auténtico golpe de estado. De hecho, él mismo lo dice mientras desfilan las hienas al estilo nazi: "Preparar nuestro golpe de estado".
En El rey León, la cuestión estriba en que debe de haber un rey, un poder sobre todos que ordene la vida del conjunto de los habitantes de la sabana. Y es mejor que sea un rey justo y bondadoso que no otro malvado y tirano.

En Merlín el encantador, se hace hincapié en el tema (10) de la monarquía.


"Un día sin rey Inglaterra quedó, y el pueblo rey buscó. La guerra civil al país azotó, y vació el trono quedó. La joven nación se sentía morir y aquí un milagro surgió. Una espada hundida en roca apareció y ésta leyenda empezó. Y aunque los mejores hombres del reino lo intentaron, ninguno fue capaz siquiera de moverla, por ello el milagro seguía sin cumplirse.

Esto sucedió durante una época de oscuridad e ignorancia, carente de toda ley y orden. El hombre vivía temeroso de sus semejantes y el más fuerte abusaba del débil".

La canción deja las cosas claras. En cuanto un pueblo se queda sin rey, la guerra, la oscuridad, la ignorancia, la falta de ley y orden se apoderan del país, por lo que es urgente buscar un rey. Pero éste no puede ser elegido democráticamente sino que su nombramiento debe provenir del milagro. Al final de la película, cuando Grillo -el futuro rey Arturo- saca la espada de la piedra se dice:

"Un milagro del cielo ordena que éste muchacho sea nuestro rey".

Finalmente, creemos que este análisis, breve e incompleto por necesidad, nos puede poner sobre aviso en relación a los contenidos ideológicos que los niños y niñas están asumiendo a través del visionado de las películas de Walt Disney. Máxime cuando, la compañía, fusionada con la cadena norteamericana ABC, se ha convertido en la principal empresa del entretenimiento de todo el planeta.

No podemos afirmar todavía con rotundidad que esté existiendo una manipulación consciente de las mentes de los niños a través de los contenidos ideológicos que se transmiten en ese tipo de películas. Pero sí que hay razones para sospechar de ello. Aunque la investigación empírica no sea todavía concluyente si se hace necesario continuar abordando éste tipo de análisis desde diferentes disciplinas. Realmente, hoy por hoy, no sabemos exactamente qué sucede cuando las imágenes penetran en nuestro interior. Como dice Mander, una vez que las imágenes entran en el cerebro, éste no distingue entre las que han sido percibidas de la realidad, de las que han sido manipuladas. La verdad es que tenemos un cerebro muy democrático, y eso puede ser peligroso.


FUENTE: http://www.quadernsdigitals.net/datos_web/hemeroteca/r_7/nr_103/a_1214/1214.htm








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¿CUERPO DE MUJER?
Patricia Karina Vergara Sánchez

Si he nacido con vulva, se me asigna el sexo femenino. Lo que, entre otras cosas, quiere decir que la formula cultural en la que habito, prospecta sobre mi cuerpo que en la edad adulta deberá ser delgado, cintura pequeña, caderas redondas, senos y nalgas definidos, piernas torneadas y, en general, que responda a las consignas estéticas mediáticas de hoy.
Pero, ¿De verdad es así el cuerpo femenino?
A primera vista todas las sujetas con este sexo, en efecto, tenemos senos, nalgas, vulva, cintura; pero, estos rasgos y sus formas naturales son tan variables como varía el número de sujetas existentes. Por ejemplo, ocurre muy frecuentemente, que mi cuerpo no se ha enterado de las sentencias que sobre él pesan y que cuando se desarrolle me convierta en una adulta de brazos o piernasdemasiado musculosos; de estatura o peso mayor que el promedio; más fuerte que los hombres que me rodean; mi abdomen puede ser prominente, mis senos pequeños o inexistentes; o, simplemente, con alguna o algunas características que no corresponden al supuesto esperado. Entonces recibiré, seguramente, escarnio y señalamiento tanto en lo público como en lo privado. “Vieja fodonga” “Gorda” “Machorra”,”Plana”, por mencionar lo menos.
Se convierte así el cuerpo femenino en un instrumento moldeable, cuya función impuesta de agrado al otro no debe ser rota, bajo amenaza de padecer el estigma. Sin embargo, rara vez ocurre que todas correspondamos al modelo designado. La alimentación, el ejercicio o falta de él, los genes, el medio ambiente, la salud: nos someten, también, a sus propias tiranías, y a partir de ellas y de nuestra historia de vida es construido y, al mismo tiempo, construimos nuestro cuerpo.
Por supuesto que hay algunas, las menos, las de cuerpo lindo que arrebatan, queriéndolo o no, silbidos de varones, las que son lo que se esperaría que fuesen y son así por accidente y atributos de la naturaleza o porque se alimentan en forma sana, porque hacen ejercicios que deforman su cuerpo hacia lo deseable, o porque su actividad cotidiana les mantiene en un gasto de calorías y metabolismo que les ayudan a responder a dicho prototipo.
Hay otras, a las que la insatisfacción de no ser lo que socialmente es redituable las ha arrojado a alguna de esas torturas de lujosa Edad Media en donde se toma un cuerpo de mujer y se le amputa o implanta sustancias extrañas para quitarle costillas, grasa, senos, cadera, arrugas. Para agregarle senos, labios, nalgas o lo que se les pueda ocurrir. Y, si resulta que el modelito no es suficiente, la tortura se puede consumar de nuevo. Aunque también existen fajas, dietas, jabones, cremas y el sin número definido de maquiladores e igualadores estéticos a los que se someten. La salud o resistencia del cuerpo no importan. Lo que importa es cuán semejante a la norma resulte.
Un tercer grupo, que está en intercambio constante con el anterior, es el del otro cuerpo. El que no se quiere ver, ni en el propio espejo. El que no aparece ni en los espectaculares del periférico, ni en la TV, ni se describe en los cuentos como propiedad de la princesa encantada. El de las madres de familia que habitan en la calle donde vivo, el de la señora que vende tamales todas las mañanas. Es el que tiene 10, 15, 20 kilos de peso extras. Es el de mi amiga que por más que come no puede subir de los cuarenta kilos; el de mi otra amiga que no tiene glándulas mamarías; la que tiene caderas muy anchas; la que después del parto todavía no se ha recuperado; la que come por depresión, la que no come por depresión, las que nos llamamos gordas pero sanas, gordas pero felices, las que...la que... y haciendo cuentas, en este grupo caben, cabemos, más mujeres que en los dos anteriores y, haciendo recuentos en este grupo absolutamente todas hemos sido de una u otra forma sancionadas por la comunidad circundante o, incluso, autocensuradas por la forma y consistencia de nuestros cuerpos. Y haciendo reconocimientos, y sin disimular las envidias, cómo da rabia no ser la bella de la historia. Por ejemplo, a la que le dan el empleo sin mirar el curriculum, la que arrebata la mirada de la persona que nos acompaña, la que llama primero la atención, a la que atiende primero el gerente del banco.
Entonces, ¿El cuerpo femenino es ESOmoldeable, utilizable y valorable en función a su silueta? ¿Sólo es esa cuestión de senos y nalgas y la forma en que ha de ser mirado por los otros?
Entonces, Desde que nacemos, ¿El cuerpo femenino no es propiedad de las sujetas si no de lo que culturalmente se hace y, a su vez, lo que ellas hacen con su cuerpos para responder a esas expectativas?
Es aquí en donde me atrevo a convocar otro cuerpo. Ese, el todavía menos visible. El que tampoco aparece en los medios ni en los cuentos de hadas y si se le nombra es en voz baja o a gritos para denostarle y sin embargo...
- Cuando era niña mi madre decía que no jugase con piedras ni tierra porque se harían toscas mis manos-.
- Decía mi abuela que no subiese a los árboles porque los brazos se me harían musculosos...como de hombre-.
- Que escalar era algo muy peligroso para las jovencitas-.
- Que no nadara o mi espalda se haría enorme, como la de los hombres-.
- Que no corriera, que no jugara fut-
- Que no cargara esas cajas-hierros-bultos-piedras o me pondría toda fuerte y fea-.
- Qué esos ejercicios-oficios-empleos no eran para mujeres-.
Pese a las advertencias, ellas jugaron con piedras, subieron árboles, escalaron, nadaron, corrieron, cargaron, construyeron casas, arreglaron autos, tallaron madera e hicieron todas esas cosas que no eran para mujeres. Muchas veces fue por la apremiante necesidad económica, otras por gusto y algunas por reto, nada más. Efectivamente, sus manos se hicieron toscas, sus piernas robustas, sus brazos musculosos, o sus espaldas amplias y, en general, sus cuerpos fuertes.
Deportista o cargadora de bultos; obrera, o albañila, cualquiera que sea el oficio o historia de vida que haya construido el cuerpo robusto, grande.
No responden, ciertamente, al estandar que solicita el concurso Miss Universo, pero sus cuerpos son extraordinarios. No gráciles, ni manipulables, no vulnerables, ni frágiles y delgados. Y dicen tanto.
Dicen, por ejemplo, que la fuerza o la debilidad no tienen que ver con el sexo, si no con los cuerpos que alcanzan o no su desarrollo pleno.
Dicen, también, que belleza no es la cintura de avispa, ni la dieta mantenida desde pequeñas, ni languidecer únicamente jugando a las muñecas en donde el sol no oscurezca la piel.
Enseñan, y así quiero aprenderlo, que el cuerpo que puede corresponder al sexo femenino, no únicamente es aquel atrofiado por el molde de feminidad occidental.
Demuestran que el cuerpo del sexo femenino, puede ser, también, el que se estimula y ejercita, que se reta y esfuerza, aquel que se convierte en una escultura de fuerza y capacidad y que, además, no existen modelos a seguir porque cada cuerpo responde en distinta forma.
Y la maravilla, entonces, es que si bien la naturaleza nos dio características comunes a la mayoría de nosotras, éstas no tienen obligatoriamente que ser sometidas y modeladas al sueño lúbrico patriarcal, que existen otras maneras de construir nuestro propio cuerpo, modos que también son sanos y que también son modos de hermosura. Que existe otra forma y otras formas en que mi cuerpo es. En fin, que el cuerpo femenino puede ser, también, un cuerpo que hable de poder.



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Las mujeres, el “bien más preciado”


Las mujeres hemos sido a lo largo de la historia el "bien más preciado" para el patriarcado, el objeto de deseo por excelencia y el mayor símbolo de triunfo social y económico de los varones. Cuanto más guapa, servicial amorosa, atenta,sana,abnegada, intuitiva, comprensiva fuera una mujer, más triunfador se le presuponía al afortunado poseedor. De ahí expresiones tales como "detrás de un gran hombre siempre hay una gran mujer".

Sacamos brillo y esplendor a cada hombre al que vinculamos nuestra vida: elegimos su ropa para que vaya elegante; la lavamos y planchamos (o lo mandamos hacer) para que vaya impecable, e impecable se refleje en el espacio público nuestra labor constante en el privado; elegimos y cocinamos los mejores manjares para que tenga una vida saludable y placentera, se sienta orgulloso de nosotras y lo muestre al mundo con su “curva de la felicidad”, curva que en ellos, por supuesto, siempre adorna; nos ocupamos de sus (nuestros) hijos e hijas, espejo del triunfo de ambos, único triunfo en la vida para muchas; dulcificamos el final de su jornada laboral con atenciones y cariños, dando sentido a aquello del “descanso del guerrero”; los mantenemos alejados con uñas y dientes de nuestra más feroz competencia, las otras mujeres; y muchas de nosotras, incluso, rezamos al cielo para que no nos falten nunca.

Virginia Woolf utilizó una ilustrativa metáfora para explicar este valor simbólico que las mujeres representamos en las sociedades patriarcales, en las que quedamos reducidas por voluntad propia (por amor) a un espejo “dotado del mágico y delicioso poder de reflejar la silueta del hombre del tamaño doble del natural” (1) y que Bourdieu hará extensiva a las labores que habitualmente muchas han pasado a desempeñar también en el ámbito empresarial, realizando actividades de presentación, representación y acogida (recepcionistas, azafatas, secretarias, portavoces, etc.), elevando de la misma forma lo que denomina “el capital simbólico de las empresas”, muestra de triunfo social y por ende con repercusión directa en el capital económico de éstas (2).

Tres artículos publicados en los últimos días me servirán para ilustrar esta reflexión, con la que intento arrojar un poco de luz dentro de la tiniebla patriarcal que constantemente nos hace borrosa la situación de desigualdad en la que vivimos. Una situación de subordinación que produce mucho sufrimiento todavía de forma inconsciente a muchas mujeres que, amarradas a la dictadura de las normas sociales hegemónicas y a la tradición, sólo atisban a ver cuando los efectos les tocan muy de cerca y ponen su empeño en comprender el porqué.

El primero de ellos, es el de Vicenç Navarro, publicado en el diario Público bajo el título ‘¿Ha descendido la pobreza en el mundo?’, en el que se constata de nuevo cómo las políticas neoliberales (más bien la ausencia de ellas en cuanto su no intervencionismo en los mercados) son el motor de destrucción masiva más grande inventado hasta el momento por el hombre (no, no es lenguaje sexista), puesto que se caracterizan por esquilmar sin contemplaciones todos los recursos a su alcance, ya sean materiales (naturales, económicos, etc.) o humanos. Estos últimos en claro régimen de esclavitud, sobre todo para las mujeres, no hay más que leer la última reforma laboral.

En segundo lugar, y en el marco de este sistema socio-productivo voraz que busca convertir en beneficio cuanto toca, he recordado el artículo publicado hace unos días también por el mismo diario, haciéndose eco del nacimiento de la plataforma ‘Eurovegas NO’ en relación al proyecto que nuestros gobernantes, defensores a ultranza (nada desinteresados por cierto) del neoliberalismo reinante, tienen previsto poner en marcha en breve en nuestro país. Una especie de Las Vegas español al que han bautizado con el eufemismo “Centro Turístico Integrado”, que generará -según sus impulsores- más de 260.000 puestos de trabajo directos e indirectos, y que solicita (ojo al dato) se modifique nuestra legislación en materia de menores, migración y salud pública, al objeto de permitir el acceso a los casinos a menores de edad, flexibilizar las leyes de inmigración para favorecer “la entrada de directivos” en el país (imagino que también de quienes son dirigidos o mejor dicho, dirigidas por éstos) y permitir fumar dentro del recinto (6).

El tercero de los artículos que me sirve para mostrar lo insuficientemente mostrado y que ayuda a contextualizar el artículo anterior, hace referencia al evento Mobile World Congress 2012 celebrado recientemente en Barcelona , en el que vuelve a ponerse de relieve el carácter de “objeto” que, para una gran mayoría de hombres, seguimos siendo las mujeres. El artículo ironiza sobre la disminución de la demanda de “trabajos sexuales” (puestos de trabajo indirectos) observada durante los días del congreso motivada por la crisis, en contra de las expectativas inicialmente previstas, dejando patente cómo ocio y sexo forman parte del mismo concepto aún para muchos varones.

Y yo me pregunto: teniendo en cuenta la premisa inicial históricamente constatada, ¿qué papel nos espera a las mujeres –y por extensión a las personas de género femenino o feminizadas como las transgénero, travestidas, etc. afectadas por ese “coeficiente simbólico negativo” que dirá Bourdieu (3)- en este cada vez más globalizado complejo de ocio neoliberal- patriarcal en que se ha convertido el mundo?

Da miedo pensarlo, la verdad. En cualquier caso, y mientras no encontremos la forma de evitarlo, en nuestro país, cada cuatro años, las urnas seguirán marcando nuestro “precio de mercado”.
(1) Woolf, V. Una habitación propia. Seix Barral, Barcelona, 2001, p. 50.
(2) Bourdieu, P. La dominación masculina. Anagrama. Barcelona, 2000, p. 124
(3) Según Bourdieu, “un coeficiente simbólico negativo que, al igual que el color de la piel para los negros o cualquier otro signo de pertenencia a un grupo estigmatizado, afecta de manera negativa a todo lo que son y a todo lo que hacen”. Ibid, p. 116


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La criminalización de los feminismos y otros (s)ismos



La violencia a la que estamos expuestos los seres vivos de este planeta se extiende ya hasta el infinito. Torturas sexistas (duras y muy duras). Ilegalizaciones, acusaciones y criminalizaciones. Guerras y más guerras. Extinción y domesticación de las especies. «Hermanos musulmanes» que vetan y reprimen a nuestras hermanas árabes. Imperialismo, exterminio y euro ordenes. Radioactividad nuclear e intoxicación mediática. 

El mundo se retuerce entre sismos revolucionarios y tsunamis reaccionarios. ¿Alianzas políticas? Solo una gran metamorfosis colectiva y cósmica puede transformar esta pesadilla mundial en un sueño plácido y libertario. Mientras la deseada metamorfosis va tomando cuerpo en la matriz universal, y con la sana intención de darle la vuelta a este cataclismo, no nos queda otra opción que seguir pensando en lo que tenemos más cerca, en la construcción de una Euskal Herria feminista y socialista, hermanada con otros pueblos del mundo, y por supuesto no quisiera olvidarme de la importancia de otros ismos como el ecologismo, el antimilitarismo... ya que es conveniente hablar de movimientos, categorías e identidades relacionales que engloban nuestras luchas políticas y personales.

Las fusiones de las categorías relacionales entran en juego en nuestro propio cuerpo y lo conforman. Estas categorías relacionales son altamente versátiles, entrelazadas y casi inseparables analíticamente. Son formaciones (no esencias), formaciones ideológicas, raciales, sexuales, de clase, de género. Nos encarnamos en este juego de fuerzas y de relaciones conflictivas, conflictuadas entre sí, y gracias a la comprensión de las mismas contrastamos las diferentes versiones de los hechos hasta ser capaces de articular nuestras propias genealogías políticas. En el proceso de constitución de dichas categorías relacionales, adquiere una enorme relevancia lo que entendemos por posicionamiento político.

La filósofa de la ciencia Donna Haraway se define como feminista marxista (como hija ilegítima de Marx) en la introducción a sus tesis, y esta declaración funciona ante el público lector como un aviso para navegantes. De esta manera, Haraway profundiza en la idea de sujeto situado y de objetividad fuerte, ahondando en la figura de un testigo modesto transgresor: «Mi testigo modesto jamás será simplemente un antagonista. Más bien es suspicaz, implicada, conocedora, ignorante, preocupada y esperanzada; se compromete con aprender a evitar las narrativas y realidades que amenazan el mundo, e intenta aprender a practicar las conciencias diferenciales».

La práctica de las conciencias diferenciales nos conduce a la búsqueda de conexiones consecuentes y contingentes. Tal y como nos recuerda la especialista en género, nación y cultura popular Helena González: «Nos toca explicar quiénes somos nosotras en las formulaciones nacionales, y quiénes somos en las formulaciones feministas. Resolver el conflicto identitario que supone conjugar un discurso en principio internacionalista y transversal como el del feminismo con los discursos nacionalistas». Nuestra tarea como feministas vascas, por lo tanto, también debe centrarse en evitar que en esta ocasión el discurso nacionalista se priorice y actúe como paraguas totalizador, ya que el nacionalismo logra comúnmente el efecto ideológico de un discurso completo y supuestamente macropolítico, mientras que las cuestiones feministas (u otras cuestiones ísmicas) no consiguen una identidad autónoma macropolítica y permanecen en un gueto.

Hay quienes, al mismo tiempo que luchan y resisten, piensan también en la posible resolución de los conflictos, en la reconstrucción, y plantean las dificultades de las diversas cuestiones que nos afectan a todas las personas. Otros, sin embargo, se dedican a contemplar impasivos la destrucción de nuestras culturas, la violación de nuestros cuerpos y la contaminación del mar y la tierra que nos acoge; y hay quienes se decantan por intoxicarnos más si cabe, por ejemplo, emborronando las páginas de los medios de comunicación con insultos, mentiras y un sinfín de aberraciones grotescas. Sin ir más lejos, al hilo de las detenciones de activistas anticapitalistas y feministas acusadas de haber profanado la capilla del Campus de Somosaguas de la Universidad Complutense de Madrid, algunos fascistas indeseables han esgrimido su pluma diciendo que las detenidas son unas zorras proetarras. ¿Estamos ante una nueva oleada de criminalizaciones? ¿Hasta dónde va a llegar la fórmula todo es ETA, todo vale contra las disidencias (disidencia = terrorismo)? Si ya lo dijo el lehendakari Ibarretxe en una ocasión: «La cuarta ola feminista va a surgir en Euskal Herria, y la vamos a protagonizar los vascos y las vascas».

Con estos hechos, torturas, ilegalizaciones, criminalizaciones,... se pone de manifiesto lo que Nietzsche señaló como la condición del juicio, es decir, la conciencia de tener una deuda para con la divinidad. Una deuda que se vuelve infinita, por lo tanto impagable. Friedrich, nuestro querido travelo, aquel elefante hembra que parió centauros, no dudaba de la existencia de una justicia que se opone a todo juicio, según la cual los cuerpos se marcan unos a otros, y así la deuda se asienta directamente en el cuerpo. De esto se deduce que el derecho no tiene la inmovilidad de las cosas eternas, sino que se desplaza sin cesar entre familias o grupos que deben derramar o devolver la sangre. Todo un sistema de crueldad, ciertamente, signos terribles que labran los cuerpos, pero según la filosofía nietzscheana, aunque cruel y agresiva, la justicia cuerpo a cuerpo es una escritura de sangre y de vida que a diferencia de la doctrina del juicio, no nos condena a un avasallamiento sin fin ni anula los procesos libertarios.

¿Hasta cuándo y hasta dónde, como afirma Deleuze, los dioses y los hombres (los hombres endiosados: militares, policías, curas, banqueros...) van a seguir elevándose a la actividad de juzgar (de asesinar, de torturar, de exterminar la vida en este planeta) por encima del bien y del mal? La doctrina del juicio aparece en el Apocalipsis o el Juicio Final. Los jueces parecen mantenerse siempre más allá. ¿Más allá del bien y del mal? Contra sus instancias y sus personajes, solo la lucha carnal se opone al juicio divino. Una lucha justa, una lucha de justicia. La lucha a la que nos referimos no es en absoluto la guerra, no es una voluntad de destrucción. 

En la guerra, afirma Deleuze, «La voluntad de poder sólo significa que la voluntad quiere el poder como un máximo de poder o de dominación; Nietzsche considera la guerra como el grado más bajo de la voluntad de poder, su enfermedad. La lucha, por el contrario, es esa poderosa vitalidad que completa la fuerza con la fuerza, y enriquece aquello de lo que se apodera». Revoloteemos pues hasta captar en todas las direcciones el máximo de fuerzas posibles, de las cuales cada una recibe sentidos nuevos al entrar en relación con las demás.


Los sujetos políticos feministas nos estamos exponiendo en este intento de huir de esa forma moral y teológica. Nuestra situación política consiste, en parte, en manejar de la mejor manera posible esa exposición. Nuestro deseo nos incita a pensar en las posibilidades de mundos vivibles, más justos. Las feministas, como sujetos políticos y creadores, somos agentes y fuentes de nuestra visión. Imaginamos un mundo que nos separa de los imaginarios misóginos violentos; estamos confrontadas con las narrativas de la guerra como órgano reproductivo masculino. No en vano, de una manera o de otra, sufrimos el trauma y la violencia por no encajar en las normas. Pero ese no encajar en las normas nos permite mantener posiciones de poder y de autonomía. Nuestras voces son analíticamente poderosas, precisamente por estar fuera del juicio imperante y colonizador. Somos conscientes de que nuestro cuerpo es un campo de batalla, es el lugar donde se libran las luchas, donde suceden los conflictos, donde afloran el amor y el odio, los afectos y las intensidades. Cuerpos anormales y transgresores. Cyborgs, zorras y perras mutantes, mestizas, sujetos nómadas, netianas, pornoterroristas, multitudes queer y otros inapropiados... figuraciones que forman parte de una fauna disidente y muy prolífera, textualidades y corporalidades subversivas que nos animan a transgredir los juicios divinos y las imposiciones normativas. Máquinas extraordinarias que elaboran múltiples series de repeticiones que liberan. El cuerpo marcado es un lugar crítico de contestación, fundamental para el lenguaje de las políticas libertadoras. 

La cuestión, dice Haraway, es marcar una diferencia en el mundo, arriesgarnos por unos modos de vida y no por otros. Para ello, se debe estar en la acción, ser finita y sucia, y no limpia y trascendente.



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Reflexiones acerca de la familia burguesa


Uno de los aspectos más destacados a lo largo de la evolución histórica, fundamentalmente en la edad media, moderna y contemporánea a nivel social es, sin duda alguna, el aspecto de la familia.



A pesar de que tanto su esencia en sí haya sido criticada y cuestionada a lo largo de la historia ( Sócrates, Engels, Marx, Bakunin, Kollontai...) así como el papel jugado por la mujer dentro de ella incluso dentro del mundo cristiano ( los apócrifos) no hay duda que no obstante, la figura de la familia tradicional o moderna ha subsistido y es hoy en día un elemento incuestionable y omnipresente en nuestras sociedades, hasta el punto de que dudar o vivir al margen de ella, produce extrañeza, asombro o en algunos casos, marginalidad por parte de la mayoría social.



El patriarcado, ya en la época prehistórica como lo definió Engels, surge con el surgimiento de la propiedad privada y la acumulación por parte de ciertos sectores de la sociedad, y con el surgimiento del papel de la guerra y la violencia, como ya definiría Beauvoir, monopolizado por los hombres, se reduce el papel de la mujer al ámbito domestico y la crianza y sustento de los hijos de la familia; había nacido formalmente la familia.



Como vemos, la familia surge en un periodo histórico mucho anterior al capitalismo, al feudalismo, e incluso al esclavismo clásico, y es de alguna manera ese patriarcado el que, como hilo conductor, está presente en todos aquellos periodos históricos.



Ya en época clásica, encontramos la dialéctica en torno a la cuestión socio-familiar, y como fiel ejemplo de la lucha de clases entre hombres libres y esclavos, la cuestión familiar también lleva inmersa en la Grecia clásica la problemática de la interpretación moviéndose entre la concepción tradicionalista y conservadora de Aristóteles frente a una concepción más abierta propugnada por Sócrates a favor de la crianza comunal de los hijos.



De esta forma, el modelo clásico de familia se mantiene en toda la edad media y moderna, entendida además como lugar de producción económica, definida por los ideólogos ilustrados como Rousseau o Hegel, en la cual se mantiene un papel subordinado a la mujer, y la familia como plasmación individual del estado absoluto.




Con el surgimiento de la revolución industrial, se produce una modificación y adaptación de esta familia tradicional y se pasa al modelo de familia burguesa, donde si bien el patriarcado fue y es el pilar base, la familia pasa a ser de lugar de producción a lugar de consumo, y se asientan los pilares fundamentales del moderno concepto de familia. Dotando de una serie de derechos mínimos a la mujer (educación y voto) se la cree libre y liberada, dotando de una serie de derechos mínimos a la familia (matrimonio libre, igualdad teórica del demos familiar...) se la cree moderna, justa y democrática.


Además, desde los diversos medios político-religiosos, se vende desde el siglo XIX-XX la idea de que no se puede vivir al margen de la familia burguesa, de que es el pilar básico y clave del sustento social y ello, por desgracia, como esencia del patriarcado, pasa y cala a todas las ideologías, burguesas y proletarias. La burguesía hace suyo el concepto de familia moderna y actual (modelo parental exclusivo hombre-mujer, matrimonio cristiano, hijos educados en obediencia a los padres, jerarquía dura y estricta, sometimiento de la mujer al varón) y lo generaliza entre el proletariado, de forma que la variación de este modelo será un duro escoyo que el movimiento obrero deberá superar.

Karl Marx y Federico Engels, en el “El Manifiesto Comunista” , hablan ya de la necesidad real de quebrar la familia burguesa y la idea de familia moral, y que solo con la disolución de la familia se conseguirá la disolución de la sociedad burguesa y las diferencias de clase que, en el ámbito intimo y familiar encuentran sus sustento básico para mantener y reproducir fielmente el modelo del estado burgués.

Federico Engels, en su obra “El origen de la familia, la propiedad privada y el estado”, llama a disolver los vínculos familiares y teoriza sobre una sociedad socialista al margen de estos, poniendo además, ejemplos históricos sobre diversas formas de organización social al margen de la clásica estructura judeo-cristiana de organización familiar, ofreciendo como solución un modo de vida colectivo y socialista.

El pensador anarquista Mijail Bakunin también habla a finales del siglo XIX a romper con los lazos clásicos de la burguesía, que oprimen a la mujer, y que pervive el modelo capitalista y burgués del estado a nivel íntimo en cada casa, en cada hogar. En su obra “La mujer, el matrimonio y la familia” el anarquista ruso habla también de la abolición de la familia a favor de la libre unión personal, la educación y crianza colectiva de los hijos en sociedad, que pasan de ser propiedad privada de la familia burguesa, individualista y egoísta a ser parte de la sociedad socialista y colectiva y el matrimonio una lacra del pasado totalitario de la burguesía.

Con la llegada de finales del siglo XIX y el siglo XX, no obstante, la socialdemocracia, infiltración de la burguesía en el movimiento obrero, consigue vaciar de contenido político las proclamas de Engels y Bakunin y acepta el modelo tradicional y tradicionalista de familia, reubica nuevamente a la mujer a la tiranía de la familia ( hogar, hijos, marido) de la que había sido liberada por un breve espacio de tiempo en la incipiente teoría del socialismo científico y consigue con ello influir a las nuevas y jóvenes generaciones de socialistas en todo el mundo.

Y es que, a pesar de contar con destacados ejemplos de honradez revolucionaria como Lenin o Kropotkin, el modelo de familia tradicional consigue convertirse en vehicular en los estados burgueses y consigue infiltrarse en algunas de las primeras experiencias socialistas.

Sin embargo, es aquí donde aparece la teoría del proletariado, el marxismo revolucionario en su pleno apogeo, como el arma de la clase obrera para golpear en plena frente el modelo patriarcal de familia y sociedad y reventar las cadenas de la opresión familiar tradicional.

Así, en el siglo XX y al calor de la revolución obrera rusa de 1917 surge la figura de Alexandra Kollontai, la cual en sus múltiples obras (“La nueva moral y la clase obrera”, “Las bases sociales de la cuestión femenina”, “Autobiografía de una mujer comunista sexualmente emancipada”...) asienta las bases de lo que será el pensamiento marxista revolucionario y la lucha de clases por fin, en el ámbito familiar.

De la misma forma que Wollstonecraft criticaba a Rousseau haber llevado la revolución científica a todos los ámbitos de la vida salvo en el ámbito familiar e intimo, Kollontai rompe con las bases de la familia y la moral burguesa, criticando para ello a socialistas sexual y familiarmente no emancipados que se niegan a romper con este modelo.

Lleva la lucha de clases al hogar, y consigue colocar la teoría revolucionaria de la moral por encima de la concepción clásica de la burguesía.



Así, Kollontai recoge el testigo de luchadoras como Zetkin, Luxemburg o Krupskaia, pero coloca la lucha feminista de una forma mucho más autónoma e independiente, al poder contemplar desde época temprana como algunos sectores masculinos, embriagados de patriarcalismo, ignoran los problemas de la mujer o se resisten a la disolución de la familia y la liberación sexual. A ellos, responderá Kollontai afirmando que “la mujer no depende ya del hombre” que la lucha feminista y por la liberación esta en el día a día coherente y no en fechas más o menos emblemáticas como el 8 de marzo o de palabras huecas, afirma la necesidad de romper y destruir, como afirmaron Marx, Engels, y Bakunin la familia burguesa como una carga de la mujer en la sociedad, afirma la necesidad de la crianza colectiva de los hijos por parte del estado obrero socialista ( educación, vestido, alojamiento, sustento con casas, guarderías, jardines de infancia, colonias de niños, comedores, sanatorios…) para liberar a la mujer de la tiranía familiar de antaño, todo ello financiado y asumido por parte del estado, con el objeto de limitar el aspecto individualista de la familia burguesa, el matrimonio también deberá desaparecer y dejará de ser un contrato o atadura para ser sustituido por la unión libre y personal de las personas, deroga la prostitución, y propone la liberación sexual absoluta, el amor libre y la libre relación sentimental y sexual de hombres y mujeres.


Como vemos, Kollontai pone el dedo en la yaga que mas dolía al pensamiento burgués; disolución de la familia tradicional burguesa y liberación sexual. Estos dos elementos han ido siempre íntimamente unidos y ligados en la familia tradicional burguesa (familia como obediencia y sexualidad dentro de ella como sometimiento). La mujer y el hombre ahora podían relacionarse libremente con quien quisieran al margen de las costumbres morales, obligaciones familiares y validaciones ante instituciones civiles o religiosas.

Este ejemplo también se pudo vivir brevemente en España en la guerra contra el fascismo de 1936-1939 donde se vive un proceso de ruptura del modelo de familia burguesa en pos del modelo revolucionario y socialista de relaciones sociales entre las personas. Este concepto escuece y mucho en los sectores más reaccionarios de la sociedad.

La familia, el hogar, la casa…es un campo de batalla. Es un campo de batalla más donde se debe librar la lucha de clases entre la burguesía y el proletariado. Cada hogar, cada lumbre, cada cocina…es una batalla más que ganar en la guerra general contra la reacción burguesa. Por ello, debemos erradicar el concepto de la familia burguesa.

Porque la burguesía prefiere antes un modelo social-fascista de familia antes que el modelo de relación social que Alexandra Kollontai proponía para la mujer y la sociedad. Sin disolución de la familia burguesa, no habrá liberación de la mujer, y sin liberación de la mujer es imposible la realización del socialismo y la revolución proletaria en su totalidad.

Para ello, se deben reventar desde dentro los lazos tradicionales de la familia, basarse en la unión libre y voluntaria de las personas indistintamente de su orientación o postura sexual, derogando por fin y para ello toda forma jurídica de matrimonio, de forma que no se tenga que validar ante nadie la unión libre de dos seres humanos, asentando un modelo de relación sexual y sexualidad libre, abierta y sin complejos, educando a los hijos de la clase obrera, si hay un acuerdo común, entre todos, en instituciones creadas por la sociedad socialista, como responsabilidad colectiva de todos y no personal de unos pocos, y desarrollando los mismos derechos para todos, pero sin por ello, como dicen los miembros de la burguesía, perfectamente ejemplificado en los ataques a la URSS, pretender "arrebatar", o "robar" a los hijos de los brazos de sus madres o padres, si no basándonos en un concepto de familia común o social, con el consentimiento de todos.

La familia burguesa, lo quieran o no los ideólogos de la burguesía va encaminada a su destrucción; del modelo de producción al de consumo actual, todo se va degenerando hasta su destrucción total y absoluta.

La liberación revolucionaria deberá desarrollarse a nivel de clase y a nivel de género, todo ello de forma simultánea, y es por ello que la lucha de clases debe llevarse dentro de la familia, vencer a los ideólogos y tendencias reaccionarias que aun pretenden conservar el modelo tradicional de familia burguesa, frenando los avances del proletariado en su afán por construir un mundo nuevo, una nueva sociedad y construirla desde las ruinas y las ceniza del viejo mundo burgués.

Y de él, en un concepto dialéctico, nace y muere la familia burguesa, que es y ha sido siempre la translación del poder estatal a cada hogar, la prerrogativa que el monarca absoluto concedía a cada varón “pater familias” para que en cada hogar perviviera el modelo del estado absoluto; reproducir el modelo económico de producción mercantil-capitalista, el modelo moral cristiano y el modelo social clasista y desigual en cada hogar, hacer “de cada casa un pequeño estado” , una pequeña reproducción íntima del estado absoluto.

Así lo definía ya en el siglo XIX el propio Engels, el cual ya veía esta misma situación, este mismo parangón de la familia nuclear patriarcal que lo vemos hoy en día, como una reproducción de la sociedad de clases, como una unidad económica, en la cual, y según decía él mismo;

"En el seno de la familia, el varón representa al burgués, y la mujer al proletariado" 

¿Quien, después, de ver esos antecedentes, puede dudar o negar la disolución de ese modelo de familia burguesa, cadena de la mujer, modelo continuador del estado reaccionario?

Y es que como dijo la feminista Kate Millett, la familia burguesa, tal y como se entiende actualmente, debe desaparecer.




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Sexismo en el lenguaje: apuntes básicos
Por Teresa Meana Suárez

No son necesarias las @ para incluir a las mujeres. Hay soluciones más creativas para transformar la lengua. Y cuando transformemos el lenguaje transformaremos la realidad.

Parece que fue ayer por lo claro que lo recuerdo pero hace casi treinta años. Sería aproximadamente 1973 y estábamos en una asamblea en la Facultad de Filosofía, en Oviedo. Había mucha gente y mucho alboroto y alguien -un hombre, claro- gritó: ¿Esto es una asamblea o qué cojones es? Otro -un fascista, claro- advirtió: ¡Cuidado con las palabras, que hay señoritas presentes!

Fue exactamente así y, por supuesto, la advertencia del fascista se acogió con un cierto regocijo general. Como en aquellos tiempos de fuerte lucha contra la dictadura de Franco las asambleas tenían turnos de palabras interminables, pasó un largo rato de intervenciones diversas. Al fin, se levantó Begoña -una amiga feminista- y habló: Yo sólo quiero decir una cosa: ¡Cojones! A mí, feminista desde que puedo recordar, aquello me encantó. Sentí que Begoña acababa de devolvernos a todas la voz, la existencia. Éramos de nuevo personas -como ellos- y no “señoritas” y teníamos derecho a la palabra. A todas las palabras. En la lucha por existir, si queríamos ser reconocidas y nombradas en “su” mundo, teníamos que usar “su” lenguaje. Begoña lo acababa de afirmar en voz alta: la lengua también era nuestra. Cuento esta anécdota para intentar explicar el apasionante proceso, el camino recorrido en estos más de veinticinco años de actuación del movimiento feminista en el tema del sexismo en el lenguaje. Un trayecto en el que supimos que tomar sólo la parte de la lengua que se nos adjudicaba equivalía a aceptar el silencio. En el que también aprendimos, como señala Christiane Olivier, que si utilizamos el lenguaje considerado “universal”, que es el masculino, hablamos contra nosotras mismas.

SILENCIADAS, DESPRECIADAS

En la lucha por esa lengua que nos representara a las mujeres y que enfrentara el sexismo lingüístico, hemos pasado por diferentes etapas. Al principio tratamos tan sólo de detectar el sexismo. Nunca antes lo habíamos notado y en absoluto éramos conscientes de cómo la lengua nos discriminaba. Empezaron a surgir los estudios y los trabajos sobre el tema.

Concretamos el sexismo en dos efectos fundamentales: el silencio y el desprecio. Por un lado, el ocultamiento de las mujeres, nuestro silencio, nuestra no existencia. Estábamos escondidas tras los falsos genéricos: ese masculino que, habíamos aprendido en la escuela, “abarca los dos géneros”. Y también estábamos ocultas tras el salto semántico. Debemos a Álvaro García Meseguer la definición de ese error lingüístico debido al sexismo: ése expresado en aquello de todo el pueblo bajó hacia el río a recibirlos, quedándose en la aldea sólo las mujeres y los niños. Así pues, ¿quién bajó, sólo los varones?

Por otro lado estaba el desprecio, el odio hacia las mujeres. Se manifestaba en los duales aparentes (zorro/zorra, gobernante/gobernanta, verdulero/verdulera, frío/fría, etc.), en los vacíos léxicos (víbora, arpía, etc. O caballerosidad, mujeriego, etc.), en los adjetivos, los adverbios, los refranes y frases hechas, etcétera., etc., etc.

SURGEN MIL Y UNA SOLUCIONES

Después de detectar el sexismo en el lenguaje, empezaron a aparecer diferentes recomendaciones para un uso no sexista de la lengua. Desde mediados de los 80 el feminismo avanza en estrategias para combatir tanto el silenciamiento como el desprecio, y se van perfeccionando las soluciones y redactando instrucciones nuevas. Hacia 1994 aparece en España el libro Nombra, elaborado por la Comisión Asesora sobre el Lenguaje del Instituto de la Mujer, verdaderamente clarificador y útil.

Las posibilidades que nos plantea son realmente variadas, creativas y diversas. Frente a los difíciles y continuos dobletes (con o/a, o (a), o-a) nos ofrecen: la utilización de genéricos reales (víctimas, personas, gente, vecindario y no vecinos, pueblo valenciano y no valencianos. También, el recurso a los abstractos (la redacción y no los redactores, la legislación y no los legisladores). También cambios en las formas personales de los verbos o los pronombres (en lugar de En la Prehistoria el hombre vivía... podemos decir los seres humanos, las personas, la gente, las mujeres y los hombres y también En la Prehistoria se vivía... o En la Prehistoria vivíamos...).

Otras veces podemos sustituir el supuesto genérico hombre u hombres por los pronombres nos, nuestro, nuestra, nuestros o nuestras (Es bueno para el bienestar del hombre... sustituido por Es bueno para nuestro bienestar...) Otras veces podemos cambiar el verbo de la tercera a la segunda persona del singular o a la primera del plural sin mencionar el sujeto, o poner el verbo en tercera persona singular precedida por el pronombre se (Se recomienda a los usuarios que utilicen correctamente la tarjeta... sustituido por Recomendamos que utilice su tarjeta correctamente... o Se recomienda un uso correcto de la tarjeta). Están también los cambios del pronombre impersonal (Cuando uno se levanta quedaría Cuando alguien se levanta o Al levantarnos y también cambiaríamos El que tenga pasaporte o Aquellos que quieran... por Quien tenga pasaporte... o Quienes quieran...).

También tenemos recomendaciones para corregir el uso androcéntrico del lenguaje y evitar que se nos nombre a las mujeres como dependientes, complementos, subalternas o propiedades de los hombres (Los nómadas se trasladaban con sus enseres, ganado y mujeres, Se organizaban actividades culturales para las esposas de los congresistas. A las mujeres les concedieron el voto después de la Primera Guerra Mundial), ofreciéndonos múltiples y variadas soluciones. Y así más, mucho más.

LA LENGUA NO ES NEUTRAL

Entretanto, ya existían dos posturas distintas en el movimiento feminista en torno a estas cuestiones. El planteamiento de quienes opinan que las mujeres debemos apropiarnos del genérico y hacerles a los varones un específico. Por ejemplo: en un centro de enseñanza seríamos -mujeres y hombres- profesores, y si nos referimos a Juan, diríamos profesor varón y de Ana podríamos decir ella es el mejor profesor del instituto. El otro planteamiento es el de las que pensamos que el genérico no es universal. Siguiendo con el ejemplo anterior: ellos y nosotras seríamos el profesorado o las profesoras y profesores.

La primera postura se expresa así: Lo genérico, lo neutro, lo universal es patrimonio de todos. Se debe denunciar la falsa universalidad, pero también se ha de reivindicar la participación de las mujeres en lo universal. Nosotras pensamos que no es cierto que lo genérico sea patrimonio común. Los vocablos en masculino no son universales por englobar a las mujeres. Es un hecho que nos excluyen. Se dice que son universales porque lo masculino se ha erigido a lo largo de la historia en la medida de lo humano. Así se confunden los genéricos con los masculinos. Como dice Fanny Rubio: La lengua será neutra pero no es neutral.

QUEREMOS NOMBRAR LA DIFERENCIA

Además, pensamos así porque queremos nombrar el femenino, nombrar la diferencia. Decir niños y niñas o madres y padres no es una repetición, no es duplicar el lenguaje. Duplicar es hacer una copia igual a otra y éste no es el caso. La diferencia sexual está ya dada, no es la lengua quien la crea. Lo que debe hacer el lenguaje es nombrarla, simplemente nombrarla puesto que existe. No nombrar esta diferencia es no respetar el derecho a la existencia y a la representación de esa existencia en el lenguaje.
García Meseguer dice que de una manera simplista las dos posturas se podrían resumir en torno a las recomendaciones de Nombra y a los inconvenientes que trae el seguirlas. A una corriente -en ella me incluyo- nos importarían más las mujeres que el lenguaje, y a la otra corriente le importaría más el lenguaje que las mujeres. Sin embargo, a todos los esfuerzos debemos increíbles avances. Les debemos las coincidencias y acuerdos en torno a la detección del sexismo y al lugar de las mujeres en el lenguaje, nuestra invisibilidad en los genéricos, la denuncia a los varones acaparando los conceptos de humanidad y de universalidad, la crítica a la invasión del pensamiento androcéntrico y de la cultura patriarcal como referentes y tantos descubrimientos más. Y a todos los esfuerzos debemos extensos análisis de diccionarios, medios de comunicación, textos literarios, lenguaje coloquial y tesis, tesinas, artículos, libros, conferencias, mesas redondas, apasionantes y apasionadas charlas sobre este problema, tanto en la lengua castellana como en otras lenguas.

MUJERES ESCRITORAS: HEROÍNAS MEMORABLES Y OCULTADAS

Más sancionando que el hablar, el escribir para las mujeres ha sido visto como la usurpación de un derecho que no les pertenece y además como una práctica inútil, como lo que no les corresponde. Dice Virginia Woolf: Creo que pasará aún mucho tiempo antes de que una mujer pueda sentarse a escribir un libro sin que surja un fantasma que debe ser asesinado, sin que aparezca la peña contra la que estrellarse.

Del libro de Yadira Calvo A la mujer por la palabra, me permito entresacar algunas historias. La de Fanny Burney quemando todos sus originales y poniéndose a hacer labor de punto como penitencia por escribir. La de Charlotte Brönte poniendo a un lado el manuscrito de Jane Eyre para pelar papas. La de Jane Austen escondiendo los papeles cada vez que entraba alguien por la vergüenza de que la vieran escribir. La de Katherine Anne Porter declarando haber tardado veinte años en escribir una novela. Fui interrumpida por cualquiera que en un momento dado apareció en mi camino. Porter calculaba que sólo había podido emplear un diez por ciento de sus energías en escribir. El otro noventa por ciento lo he usado para poder mantener mi cabeza fuera del agua, decía.

Recuerdo esa foto de María Moliner remendando calcetines con un huevo de madera, mientras ésa su ingente obra, Diccionario del uso del castellano iba naciendo entre ollas y coladas. Leo las quejas de una Katherine Mansfield reprochándole a su marido: Estoy escribiendo pero tú gritas: Son las cinco, ¿dónde está mi té? O el dulce lamento de una cubana del siglo pasado que no firmó sus obras: ¡Cuántas veces lentamente/ con plácida inspiración/ formé una octava en mi mente/ y mi aguja inteligente/remendaba un pantalón! Por eso dijo Virginia Woolf a propósito de la duquesa de Newcastle: Sabía escribir en su juventud. Pero sus hadas, caso de que sobrevivieran, se transformaron en hipopótamos.

Otro hecho gravísimo: la atribución de las obras de las mujeres a otros, y en especial a sus maridos. Debe haber sido un fenómeno muy frecuente pues tenemos bastantes referencias. Desde el artículo publicado en 1866 por Rosalía de Castro Las literatas: carta a Eduarda, en el que la autora advierte de ello, hasta estas palabras de Adela Zamudio, escritora boliviana del siglo XX: Si alguno versos escribe /de alguno esos versos son,/ que ella sólo los suscribe./ (Permitidme que me asombre.)/ Si es alguno no es poeta,/ ¿Por qué tal suposición?/ ¡Porque es hombre!

Están también los hechos históricamente comprobados: el célebre caso de María Lejarraga, autora de las obras firmadas por su marido Gregorio Martínez Sierra. Y el hecho de que a Zelda Fitzgerald también fue su marido quien le prohibió publicar su Diario porqué él lo necesitaba para su propio trabajo. Y el que las primeras obras de Colette aparecieran firmadas con el nombre de su marido, quien incluso cobró el dinero de su venta. Alguien me dirá que voy muy atrás y que la humanidad ha cambiado en los últimos veinte siglos. Pues bien, en el año 2000 y en España sólo un diez por ciento de los libros publicados están escritos por mujeres.

CAMBIAR LA LENGUA CAMBIARÁ LA REALIDAD

No obstante, hay algunas capaces de trepar la cuesta de lo prohibido, de robarle a la vida ese diez por ciento de energía necesario para mantener la cabeza fuera del agua. Y la mantienen. Y escriben. Y se lo editan. Y aquí seguimos todas las demás. Luchando y celebrando los nuevos éxitos, Extendiendo la red para que todas las mujeres de la tierra tengan derecho a la voz, a la palabra. Sabiendo que vemos el mundo a través del cañamazo formado por la lengua y motivadas por la certeza de que el lenguaje sexista, el que hemos aprendido, contribuye a la perpetuación del patriarcado. Sabiendo también que cuando tengamos una lengua que nos represente cambiará la realidad. Por eso seguimos adelante. Y no dormimos más a las niñas con cuentos de hadas. Les decimos que las niñas buenas van al cielo y las malas van a todas partes. Y que colorín colorado, esta historia no ha acabado.

FUENTE: http://www.mujeresenred.net/spip.php?article832